Mi pareja es independiente a mí:
Mi pareja tiene sus propios gustos, deseos y fantasías.
Mi pareja es deseable y deseada, le pueden gustar otras personas y que otras personas gusten de ella.
Mi pareja tiene su tiempo de descanso, placer y ocio, sin mí.
Mi pareja tiene sus amigxs

su familia y su tiempo de calidad con ellxs.
Mi pareja tiene sus propias fantasías eróticas donde tal vez no esté yo como estímulo.
Mi pareja toma decisiones propias...

Mi pareja es su propia persona y no me pertenece.

Eso no significa que yo no me permita sentir miedo,

inseguridades, celos o temores con nuestra relación y convivencia, porque mi pareja significa mucho para mí y pensar en que puede irse a donde sea y cuando sea me hace pensar en que podría extrañarla y podría dolerme mucho, pero no me pertenece y lo podría hacer.

Eso no significa que no sueñe con un para siempre, con proyectos juntas, con planes a futuro. Que mis deseos hacia con ella estén más o que yo quiera exclusividad en algunas cosas.

Tampoco significa que al tener ideas o emociones no placenteras, tenga un problema o

un trauma en particular que no me permita "ser feliz". Sucede, pero no es un esencialismo que tendría que explicarlo todo, porque al final también puedo pensar y sentir eso que catalogamos como "malo" o problemático", sin tener un "mal mental".

Este es otro de los temas que he trabajo esta semana con algunxs consultantes y quería compartirlo por acá, con todo el respeto que merecen estos procesos del emparejamiento. Además, nos cansamos que nos digan que tenemos problemas por sentir y pensar, un problema por ser humanxs

Y esto que he reflexionado con mis consultantes puede no funcionarle a otras personas en sus otras formas de relacionarse, y está bien. Si se pudieran explicar las relaciones desde el mismo enfoque, no habría tanta diversidad para destruir la hegemonía.
La idea es sentir y ser.