Hace dos años pusieron un casino en mi barrio.
Imagináoslo: el típico con la puerta y escaparates llenos de luces de neón. Llama mucho la atención y, los críos que pasan por allí, sienten curiosidad.
Al casino no le iba mal, la verdad.
Justo al lado del local, había una ludoteca.

El casino la compró y amplió su local para acabar creando un casino mucho más grande (con sus luces de neón y su parafernalia).
Por si acaso hubiera confusiones, el dueño del casino puso un cartel en la puerta: “No se admiten niños”.

Pero aquella no fue la única jugada estratégica que realizó el dueño (Chanín). También puso de vigilante en puerta a la persona más afectada por consumo de drogas que os podáis imaginar. Este chico, conocido en el barrio por sólo quedarle el 10% del cerebro, se llama Ramón.

Al pobre Ramón ya no le quedan luces. De hecho, los niños de mi barrio solían engañarle por la calle cuando se lo encontraban, diciéndole verdaderas incongruencias que Ramón se creía.
Una vez, un niño de 10 años le dijo que era policía y Ramón se echó a correr

El caso es que Chanín puso a Ramón de portero del casino y todos quienes lo conocemos, pensamos que aquello sería un desastre.
El tiempo transcurrió y, un día, uno de los muchísimos niños que sentían curiosidad por las luces e intentaban entrar, fingió voz grave y dijo a Ramón:

“Soy un adulto”.

Ramón, que no da más de sí, le respondió “pase, caballero”, y aquel menor entró.

Y lo flipó, claro que lo flipó: ¿todo lo que está vetado? ¡El logro de lo prohibido! Neones, máquinas, gente con poca ropa bailando, gente con muchas ganas de ser tus amigos…

Entonces, el rumor corre entre los niños de mi barrio: “¡si engañas a Ramón y dices que eres un adulto, puedes entrar en este casino!”.

Los peques empiezan a acudir y a entrar en manada

Recuerdo que una madre llamó una vez a la policía y se presentó la Nacional en la puerta del casino. Chanín apareció con la Ley impresa y demostró que a él solo le exigían tener un portero que filtrase a los menores a la entrada y, que como lo tenía, no le podían pedir cuentas.

Tenía razón la Ley no le decía “no contrates al tío más tonto del barrio”. Técnicamente, cumplía.
La policía dijo la desfachatez de que Chanín no tenía responsabilidad y que, si los padres descuidaban a sus hijos, eran los ÚNICOS culpables.

El caso es que este casino, con el tiempo, se hizo famoso por estar lleno de niños.
Y, donde hay muchos niños… llegan unos seres asquerosos.
El casino se llenó de gente que invitaba a los menores a una copa, les pagaba partidas, les compraba regalitos… ya sabéis.

Y esta gente era tan lucrativa que Chanín SEPTUPLICÓ (datos reales) sus ingresos.

Así que, para Chanín, tener el casino lleno de niños era un cofre del tesoro sin consecuencias legales gracias a Ramón.

Fue entonces cuando Chanín comenzó a tomar medidas estratégicas que difícilmente podrían considerarse casuales:

Entre las tragaperras, puso un tiovivo de Pepa Pig, construyó un corralito de Pijamax para los padres que viniesen a jugar trayendo a sus hijos y empezó a regalar

caramelos a todo niño que pasaba por la puerta.

El cartel de la entrada de “no se admite niños” seguía colgado, pero todos los cambios parecían sugerir lo contrario.

Y mantuvo a Ramón en puerta, claro.

El tiempo pasó y aquel pasó a considerarse “el casino de los niños”.

Algunos padres, recordando la ludoteca, llevan hoy a sus hijos allí cuando salen del cole, para que se entretengan.

Otros, de tanto oírlo, piensan que es una ludoteca.

Los ahí que entran y ven las tragaperras, las y los strippers… pero luego ven el corralito de Pijamax y piensan “están separados”. Nadie repara en qué el encargado de mantener a los peques en el corralito es el mismo incompetente de Ramón

¿Han habido abusos sexuales como resultado de la presencia de los menores en este casino?

TODOS LOS QUE TE IMAGINES Y MÁS.

Pero los padres parecen dotados de una enorme capacidad para obviarlos.

Al fin y al cabo, el casino mola.

Además, con tanto éxito cómo ha tenido, en el barrio, todas las ludoteca de verdad han cerrado.

Y ahí sigue el asunto: los niños siguen pasando a un casino “que prohíbe el paso de niños”. Ramón “el fumao” sigue siendo el portero. A la Ley le sigue bastando para no pedirle responsabilidades a Chanín por tener a menores dentro. Chanín sigue construyendo atracciones para niños

Los niños siguen acudiendo en masa. Los depredadores también (y dejando una pasta en las cajas registradoras de Chanín). De vez en cuando, un depredador viola a un niño, pero, como dice Chanín, “culpa del padre, que lo dejó venir”.

Ahora, hay un par de preguntas que quiero hacerte.

Que todo el mundo aceptase la idea de que este era “el casino de los niños” cuando Chanín compró la ludoteca, te parece:

Que todo el mundo aceptase la idea de que este era “el casino de los niños” porque el vigilante era estúpido y los niños podían pasar, te parece:

Que todo el mundo aceptase la idea de que este era “el casino de los niños” porque, dada la manifiesta ineptitud del portero, el casino se llenó de niños día sí, día también, te parece:

Que todo el mundo aceptase la idea de que este era “el casino de los niños” porque Chanín empleó elementos que atraían y entretenían a niños, incluso sin quitar el cartel de “prohibido niños”, te parece:

Que todo el mundo aceptase la idea de que este era “el casino de los niños” porque Chanín construyó el corralito de Pijamax, aunque el encargado de mantenerlos dentro era el mismo Ramón, encargado de impedir la entrada al local, te parece:

Que, a pesar de los casos de abuso sexual, los padres sigan creyendo que esta es la mejor alternativa a las ludotecas solamente porque no les queda otra, y se empeñen en decir que esto es “un casino para niños”, te parece:

Probablemente todos intuís que esta historia no puede ser cierta. Hay hasta quienes están comentando que es una inocentada (yo jamás haría una broma con abuso sexual infantil).

Esta historia no se sostiene por ningún lado, pensáis:

motivos:

-Los padres jamás consentirían que sus hijos estuviesen en un lugar tan peligroso solo por tenerlos entretenidos

-La ley no puede limitarse a dar por suficiente a un portero idiota y tiene que pedir responsabilidades al casino si se descubre que algún menor ha pasado

Pero, sobre todo, porque la gente no puede ser tan ilusa de no darse cuenta de todos los peligros, irregularidades, negligencias, ilícitos y peligros que hay aquí sin reaccionar, pero no solo no a favor, sino rematadamente en contra. ¿Verdad?

Pues cambia algunas cosillas:

Chanín se llama ByteDance

Ramón se llama algoritmo de verificación de edad por pregunta

La ludoteca se llamaba http://Musical.Ly 

Y el casino se llama #TikTok

A ver si, así, comprendemos de una vez por qué #TikTokNoEsParaNiños.

Y por qué me saca de mis demonios ver a grupos, padres, profesores, fabricantes de juguetes, colegios e incluso ayuntamientos contribuyendo a creer que es una red para niños.