Las cofradías permanecen silentes, prestas a mejores noticias de cara al futuro pero conscientes, con plena responsabilidad, del presente que sigue cubriendo la realidad. Han sido víctimas directas de la pandemia, pero no han elevado la voz.
Han visto manifestaciones por un lado y por otro, teatros abiertos, corridas de toros, victorias electorales, pero siguen prudentes esperando su momento.
Siguen cohibidas, de hecho, por un decreto episcopal que se mostró rotundo allá donde la normativa civil podría encontrar alguna grieta. Siguen suspendiendo sus procesiones, sus cultos externos, uno de sus bienes más preciados, a la espera de mejores noticias.
Y ahora, al fin, la calle empieza a verse ya más cerca.
Estos últimos días se han producido algunas noticias que invitan, ya con cierta solidez, a mirar al futuro viendo algún capirote, el primer varal de un paso de palio o la humareda de un incensario asomar en el horizonte.
En primer lugar, las cofradías también estrenan hoy nueva vida sin estado de alarma, sin confinamientos ni toques de queda; algo que afectará de lleno a la hora de preparar altares de cultos, de convocar reuniones o de superar otros límites con los que han convivido los últimos…
…catorce meses.
En segundo lugar, da lugar al optimismo las últimas declaraciones del presidente de la Junta de Andalucía, que vaticinaba que un 50 o un 60% de la población andaluza podría estar vacunada este mes de julio.
Porcentaje que se acerca a ese 70% de inmunidad de rebaño que citaba en su día el consejero de Salud como límite para recuperar la normalidad; una normalidad en la que tendrían entrada las procesiones, romerías y celebraciones similares.
Otra razón para el optimismo es la procesión que hace unos días se celebraba en Valencia y que ha dado la vuelta al país.
En concreto, se trataba de la patrona de la ciudad, la Virgen de los Desamparados, que a primera hora del pasado domingo recorría las calles en rosario de la aurora, con todos los asistentes portando la correspondiente mascarilla y con las distancias de seguridad entre ellos.
Una modalidad de culto externo que hace pensar en posibles réplicas en el sur (si Zornoza levanta el decreto que prohíbe el culto en la vía pública, claro).
Vinculado a esto, conviene recordar, sigue en pie la propuesta de que el Corpus de este año salga a la calle, trasladando al exterior la procesión claustral que el pasado año recorrió el interior de la Catedral.
Una petición que, según trasladan algunos, sigue sobre la mesa del obispo y del Cabildo, que aún no se ha pronunciado respecto a la fiesta eucarística que se celebra dentro de un mes.
En Corpus, en julio con más de la mitad de la población vacunada, en otoño cuando se celebre la fiesta del Rosario. A día de hoy todos siguen sin saber cuándo, pero lo cierto es que el momento de volver a la calle se ve cada vez más cerca.
¿Será la Castrense la primera en salir?
En medio de estas buenas sensaciones de cara al regreso de las cofradías a la calle, siguen llegando imágenes de la iglesia de la Castrense evidenciando la fase final de las obras de rehabilitación.
La fachada principal luce ya desprovista de andamios, llamando la atención los dos grandes ventanales que se han recuperado a ambos lados de la puerta.
¿Y si la primera salida la protagonizan las imágenes de la Castrense?
El día que la parroquia regrese a casa, también tendrán que hacerlo los titulares de Expiración y Desamparados, y la talla del Santo Ángel. ¿Podrán hacerlo por la calle, en parihuelas como salieron en su día hacia Santa Catalina?
Complicado será que lo hagan en sus pasos procesionales, por los límites de la puerta de Capuchinos; pero esa procesión de regreso a la Plaza del Falla puede marcar el regreso de los cultos en la vía pública. ¿Por qué no?
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