El Faro hipotecó toda su credibilidad cuando se convirtió en actor de ACTIVISMO contra Nuevas Ideas y contra el Gobierno. Prostituyeron sus páginas dándole espacio editorial a personajes PAGADOS por ARENA y el FMLN.

Apostaron por ser caja de resonancia de Arenita 2.0 y se bajaron los pantalones ante cualquiera que estuviera dispuesto a despotricar contra el Gobierno.

Eso no es objetividad. Eso no es periodismo. Eso es seguir una agenda con intereses claros.

Su victimización llegó a tal grado que fueron a llorarle a los diputados corruptos días enteros, con todo lo nefasto que eso simboliza, solo para justificar agenditas de financistas internacionales.

Creemos en la libertad de prensa, pero también en la libertad de expresión y en el derecho a decir lo que pensamos. ¿Y qué pensamos? Que El Faro no garantiza objetividad y equilibrio. Y que es también parte del sistema moribundo que tanto daño hizo al país.

Punto.