Los justos de 1915:

Entre fines del siglo XIX y principios del siglo XX, el gobierno turco perpetró un genocidio contra las minorías no musulmanas, principalmente armenios, griegos y asirios. No obstante, algunos turcos desafiaron las ordenes de colaborar con la masacre.
Es justo y necesario recordar sus nombres para una reconciliación genuina. Uno de ellos fue Mustafá Azizoglou, alcalde de Malatya. Un tercio de los habitantes de esa ciudad eran armenios, y se convirtió en un centro de deportación. Además de desaprobar esas medidas,
también denunció abiertamente el exterminio de sus conciudadanos armenios. En su hogar acogió armenios salvándolos de su destino fatal. Lamentablemente, fue destituido de su cargo, y años mas tarde, asesinado por su hijo, un miembro de los Jóvenes Turcos.
Mehmet Celal Bey, gobernador de Aleppo (hoy parte Siria), intentó razonar con otros miembros del gobierno para evitar más deportaciones, señalando que no hubo revueltas armenias ni en Aleppo ni Anatolia.
Celal Bey fue destituido de su cargo previo como gobernador de Aleppo, y trasladado a Konya (provincia ubicada en Anatolia central). Aun así, desobedeció las ordenes de deportar más armenios, y en su lugar, rescató a miles de ellos.
Ali Kemal, bisabuelo del primer ministro británico Boris Johnson, fue un periodista turco de ascendencia mixta turca-circasiana, de tendencia liberal. Denunció vehementemente las atrocidades contra los armenios. En un artículo de 1919, dijo:
"No intentemos echarle la culpa a los armenios; no debemos halagarnos de que el mundo esté lleno de idiotas. Hemos saqueado las posesiones de los hombres a quienes deportamos y masacramos; hemos sancionado el robo en nuestra Cámara y en nuestro Senado..."
"Demostremos que tenemos suficiente energía nacional para poner en vigor la ley contra los jefes de estas bandas que han pisoteado la justicia y arrastrado por el polvo nuestro honor y nuestra vida nacional."
Faik Ali, gobernador de otra provincia de Anatolia, hizo caso omiso de deportar armenios a Siria, y en su lugar, los refugió y pidió a sus oficiales subordinados tratarlos bien.
Cuando fue convocado a Estambul, un oficial a su cargo decidió amenazar a los armenios con deportarlos a menos de que se convirtieran al islam. Cuando Ali regresó, se molestó con lo que presenció al llegar. Quitó al oficial de su cargo y preguntó a los armenios si deseaban
adoptar el islam o mantenerse como cristianos. Salvo uno, el resto regresó a su fe en cristo. Estas personas, así como otros justos entre la poblacion turca, desafiaron las ordenes de sus superiores porque sus conciencias tuvieron mayor peso.
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