1. Malos tiempos para el escepticismo
Vivimos unos tiempos muy malos para el escepticismo y la crítica. Hoy en día las narrativas se venden en paquetes y tienes que comprar el paquete completo y sólo hay dos posiciones, los que compran el paquete completo y los que lo rechazan.
2. Como digas: “pues mira, de tu narrativa me parece bien esto y esto pero sin embargo creo que eso de ahí y eso otro no es así…”, automáticamente vas al lado de los negacionistas, conspiranoicos o de los enemigos que rechazan ese discurso y lo que ello conlleva.
3. La crítica racional, o la duda razonable, han desaparecido, sólo hay buenos y malos, blanco y negro.
4. Kindly Inquisitors, un libro en el que Jonathan Rauch hace una defensa de la ciencia, de la libertad de expresión y del escepticismo.
5. Rauch resume así el principio esencial del escepticismo: “debemos todos tomar en serio la idea de que cualquiera de nosotros, y todos nosotros, podríamos, en cualquier momento, estar equivocados.” Nadie está por encima del escrutinio y tampoco lo está ninguna creencia.
6. Un corolario de este principio es que la crítica sincera es siempre legítima. Si cualquier creencia puede ser errónea, nadie puede legítimamente afirmar que se ha acabado la discusión, nunca.
-En otras palabras: nadie tiene la última palabra.
7. Otra conclusión es que ninguna persona puede decir que está por encima de ser evaluado o criticado por otros. Si todo el mundo puede estar equivocado nadie puede reclamar tener un poder especial para decidir lo que está bien y está mal: Nadie tiene autoridad personal.
8. En conjunto, la regla escéptica dice: “Nadie tiene la última palabra: tú puedes afirmar que una declaración está establecida como conocimiento sólo si puede ser refutada, en principio, y sólo en la medida en que aguanta los intentos de refutarla.”
9. Esto no quiere decir que todo valga igual ni tampoco renunciar al conocimiento. No quiere decir no llegar a conclusiones o a actuaciones. Podemos concluir y tomar decisiones pero hay que renunciar a la certeza y saber que decisiones y creencias necesitarán ser corregidas.
10. Scott Fitzgerald decía “La señal de una inteligencia de primer orden es la capacidad de tener dos ideas opuestas presentes en el espíritu al mismo tiempo y, a pesar de ello, no dejar de funcionar”.
11. Hoy en día, sin embargo, es imposible ya un planteamiento del tipo: “Por un lado tenemos tal…pero por otro lado -junto a lo anterior- tenemos cual”. Es imposible aceptar que casi todo en la vida tiene aspectos positivos y negativos que hay muchos grises.
12. Una amenaza al escepticismo es el fanatismo. El principio fundamentalista es: los que saben la verdad deben decidir lo que está bien y el que niegue la verdad evidente deber ser castigado. En el totalitarismo, tener ideas incorrectas es un crimen.
13. Estamos muy preocupados por las mentiras, falsas noticias y desinformación, con razón. Se están creando fact-checkers y abalanza la tentación de crear Ministerios de la Verdad. Pero Rauch nos dice que corregir los errores es pero que no corregirlos.
14. La razón es que para corregir los errores hay que crear una autoridad que dice lo que es verdad y lo que no lo es. Una vez creada esa autoridad, un “error” será cualquier cosa que las autoridades no quieren oír.
15. Circula un chiste -que ilustra esto muy bien- que dice que en la URSS por supuesto que había libertad de expresión, lo único que ocurría es que no se permitía decir mentiras… Obviamente, el Politburó decía lo que era verdad y mentira.
16. Es oportuno recordar que casi todas las grandes ideas fueron al principio consideradas erróneas y subversivas. Con Ministerios de la Verdad nunca habrían salido adelante, los Ministerios de la Verdad no van a favorecer el progreso.
17. ¿Y por qué está desapareciendo esta capacidad de disentir de una manera razonada, de hacer una crítica constructiva, de aceptar que en muchos temas hay, a la vez, razones a favor y razones en contra? ¿Por qué este pensamiento por lotes?
18. Las razones son complejas pero una de ellas es que estamos moralizando todos los temas. Cuando se moralizan los temas, nuestra postura es la verdad absoluta, desaparece la tolerancia y tendemos a poner el fin por encima de los medios.
19. Las reglas que defiende Rauch pueden parecer muy exigentes pero son un pilar central de nuestra sociedad para poder gestionar los conflictos que siempre van a existir y para poder seguir haciendo ciencia.
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