Muchos preguntan si el consentimiento es como “firmar un papel”. El consentimiento no es un trámite, todo lo contrario: es un proceso constante. Es hablar antes, durante y después del sexo, es estar atentos al lenguaje corporal del otro para saber si lo que uno hace es bienvenido

El consentimiento es vivir pendientes de que nuestra pareja, sea una aventura de una noche o nuestr@ espos@ de años, esté disfrutando de nuestras acciones. Es entender que tener sexo con alguien es mostrarnos vulnerables y ser responsables de la vulnerabilidad del otro.

¿Significa eso que hay cosas que no se “deben” hacer? Lo maravilloso de aplicar el consentimiento es que no hay nada “prohibido”: el límite es lo que se determine en pareja. Y si piensan que preguntar va a “arruinar” el momento, les aseguro que no.

No hay nada más satisfactorio que vivir una relación inundada de consentimiento, inundada de comunicación libre, inundada de servicio al otro, inundada de amor. Sea por una noche o para toda la vida. Aprendamos sobre consentimiento y seamos más humanos al tener sexo.

Sé que a muchos hombres les han enseñado que el sexo es “dominar” y que es un “contrato” en el que ustedes ganan y ell@s pierden. Los invito a preguntarse de dónde viene esa idea y tratar de encontrar mejores y más libres formas de vivir su sexualidad.