Nadie ha comprado algo nunca en un elevador. La propuesta en el elevador no se trata de vender tu idea, porque un elevador metafórico es un mal lugar para intentarlo.
Cuando sientes que estás siendo juzgado y solamente tienes un minuto para provocar una primer impresión, es tentador tratar de explicar la verdad y detalles de quién eres, qué has hecho y cuáles son tus planes, todo en el tiempo que tardas en viajar dos pisos.
Eso raramente funciona.
La alternativa es la pregunta en el elevador, no el discurso en el elevador. Iniciar una conversación-no acerca de tí, sino acerca de la persona con la que esperas conectarte.
Si sabes quien es y que quiere, es más probable que puedas averiguar si embonan con quien eres tú y lo que tú quieres. Y puedes aprovechar esa oportunidad para ayudarlos a encontrar lo que necesitan, especialmente si no es algo que venga de tí.
Muy seguido nos sentimos rechazados, cuando en realidad todo lo que ha sucedido es una discrepancia de necesidades, narrativas y lo que está ofreciéndose.
En lugar de ver a todos como alguien que te pueda fondear o comprarte o emplearte, podría ser útil imaginar que casi nadie puede hacer esas cosas, pero hay mucha gente que puedes ayudar de alguna manera, incluso si únicamente se trata de respetarlos lo suficiente como para no…
…lanzarles tu discurso de ventas.
A nadie le gusta que lo apresuren.
A nadie le gusta que lo apresuren.