Desde joven me pregunté cómo pudo ser posible que, aunque fuera en la Edad Media, se creyeran cosas inverosímiles, absurdas, pero que dieron lugar a guerras y a una manera de entender la vida, más allá de lo personal, como es la existencia de ángeles, diablos o los íncubos y…
…súcubos lo que dio lugar a construir iglesias en lugares donde se "vio" aparecer a la Virgen María, o custodiar reliquias, que luego la misma iglesia demostró que eran falsificaciones, pero que fueron objeto de fe, devoción y disputas.
Como creencia personal es loable, pero como conducta social hasta santa Teresa de Jesús lo cuestiona.
O ¿cómo fue posible en una sociedad inteligente, con los científicos que descubrieron la composición del átomo, filósofos y escritores de una talla que aún su pensamiento perdura, en una sociedad como la alemana, cayera en una psicosis colectiva yendo a su destrucción y a la de…
…una gran parte del mundo? Sobre ideas que hoy parecen ridículas. O en la Rusia bolchevique imponer un modelo sobre la sangre de unos ideales “materialistas” que se esfumaron en la bruma del tiempo.
O destruir todo un planeta por intereses económicos y bombardear países por intereses de las grandes corporaciones de Europa y de Estados Unidos llevando el fanatismo al terreno económico.
Lo irracional ha sucedido en todas las épocas y en todas las naciones del mundo. Siempre pensé que sería imposible que algo parecido sucediera en el mundo moderno, en la sociedad occidental de cara al futuro.
Hubo, hay, un reflejo del sin sentido en el consumismo desaforado, pero lo veía como una técnica que aprovecha el aspecto ilógico de los individuos con la publicidad, la moda, los espectáculos deportivos, cuestiones sin mucho sentido, pero que atrapan el pensamiento y la manera…
…de sentir de gran parte de la sociedad, sin ser algo absoluto, sino relativo a una conducta generalizada. A nadie se le impone no ser forofo de un equipo de fútbol o por comprar la marca de un producto determinado.
Con un escenario diferente, a lo largo de la Historia, hay un proceso similar, que denostamos o criticamos cuando vemos desde fuera. Sin embargo inmersos como estamos en un proceso parecido no somos capaces de reconocerlo porque formamos parte de él.
En todas las situaciones de irracionalidad social los individuos se doblegan a lo colectivo porque se van fraguando poco a poco, hasta que en un momento determinado se produce un estallido, cuya causa o detonante puede ser la causa más nimia a una excusa que simplemente da…
…sentido a esa eclosión.
Puede ser un atentado, un magnicidio, o algo que sucedió en el pasado que se hace presente, como puede ser que hace siglos los judíos mataron a Cristo, o que por una batalla un territorio fue anexionado a otro, dando lugar en este caso a una explosión social en torno al…
…nacionalismo, sea cual sea. O puede ser la expansión de la sífilis, lo que dio lugar a una moral retrógrada y luchar por un orden moral como si fuera algo sagrado.
O una epidemia, la cual puede ser un acicate para la deshumanización: alejamiento social, aislamiento, la digitalización del alma y el control desde los algoritmos.
Nos ha tocado vivir una pandemia, que es evidente, un hecho objetivo y real. De consecuencias dramáticas para muchas personas. Una enfermedad que se contagia.
En torno a este hecho se ha generado una parafernalia y una reacción a la misma fuera de control, absolutamente irracional.
Hasta el punto de que se pretende vencerla, como lenguaje que se usa de lucha contra ella, en lugar de trasmitir la idea de que va a ser curada desde criterios de salud.
Las palabras usadas muestran un determinado contexto social y psicológico desde el cual actuamos (pero dicen que nos “enfrentamos a”.)
Es por ello que los científicos y sanitarios quedan de telón de fondo, de coro al que se aplaude, pero dan la cara e intervienen los militares, haciendo de corifeo los políticos de turno inmersos en la tragedia (griega) de los medios de comunicación. Un mundo clásico modernizado.
De no ser por el drama que padecen muchas personas sería para reírse, por lo ridículo que es lo que está sucediendo en la manera de reaccionar a la pandemia.
Igual hoy nos reímos de los discursos y soflamas de antiguos dictadores que arrastraron a la muerte a millones de personas. El país que lo ha resuelto tiene la clave y las multinacionales más poderosas: Orden y control.
La información sobre la pandemia no se trasmite como conocimiento sino mediante la alteración emocional, que se agrava con mensajes contradictorios y conductas irracionales que carecen de explicación lógica, pero que se asumen y defienden por ser mostrados como la única vía de…
…salvación. Voy a poner un ejemplo: Hace un par de semanas acudí a un encuentro a una localidad en la que el ayuntamiento dejó un local enorme para que se pudiera celebrar. Gel para las manos al entrar, limpieza de zapatos, mascarilla y distanciamiento social durante el acto.
Fuimos a comer todos juntos a un restaurante, codo con codo, sin mascarilla durante hora y media. Lo hice ver a uno de los organizadores, como una contradicción, y la respuesta fue que es lo que mandan. La verdad es que no me sorprendió.
Si en el acto alguien se hubiera quitado el tapabocas le habrían llamado la atención cuando no insultado o calificado de irresponsable e insolidario, en la calle la policía local le habría multado.
Es decir que se trata de hacer que se hace algo, una representación litúrgica (hecho público), un rito según las reglas, basado en criterios que se denominan "científicos".
Esta contradicción es lo que provoca un shock, es decir un choque que da lugar a perder el contacto con la realidad. Origina falsas creencias, activadas al propagarse en los medios de comunicación de masas, de manera que nos hacemos partícipes de ello.
Nos hacen ver y escuchar cosas que no existen porque nada tiene que ver lo que ordenan en sus boletines oficiales del Estado con lo que nos acecha, asediados por una cadena de noticias que hace que se conviertan en el centro de nuestras vidas, porque no se ofrece un…
…conocimiento, sino que se ha potenciado una creencia, que ya es imparable. Se ha impuesto de una manera repetitiva y machacona.
Y como no es posible una solución se preparan los culpables. Ya no se señalará la manera de resolver la enfermedad ni el contagio, que será un resultado relativo cuando llegue la vacuna. Seguirá muriendo mucha gente por el coronavirus, ante los sucesivos brotes.
Eso sí bastantes menos que sin ella, pero se dejará de montar el teatro irracional que se ha generado porque ya estará la solución en funcionamiento, como ha pasado con la gripe, la neumonía y otras enfermedades contagiosas contra las que se aplican sus correspondientes vacunas.
Pero como si de un reflejo condicionado se tratara, también habrá funcionado el servilismo, la mansedumbre moderna y la obediencia ciega que exigimos a los demás y que representamos ante ellos.
No sabremos qué es teatro y qué es verdad, porque la mentira nos habrá devorado una vez más. Lo viviremos como un hecho histórico sin ver que ha devorado nuestra libertad. El colapso sanitario será uno más, por eso dejaremos de darle tanta importancia.
La razón quedará desplazada del todo, aplastada como forma de entender los sucesos y se impone la emocionalidad a través del miedo, para construir una irracionalidad colectiva. Un terror ascendente cuanto más afecta a un determinado tipo de población que se vea más amenazada.
Y, sin principios éticos ni criterios racionales, se doblegará desde el entorno cotidiano a cada sujeto mediante una moral impuesta, convertida ésta un precepto convertido en un ideal. Como siempre se ha fraguado en la Historia.
Su progresión va a tener consecuencias violentas que van a surgir desde diversos focos que, aunque no tengan nada qué ver, serán variables de la irracionalidad creada. Tiempo al tiempo.
En este contexto la oposición a este proceso o el rechazo a estas nuevas normativas no se razona, sino que partiendo de contradicciones evidentes se genera otra irracionalidad, sólo que contraria, pero fuera de lo razonable al fin y al cabo.
Para manifestar el desacuerdo se entra en señalar culpables a los que se acusa de engañar sin indicar el fondo de la mentira mediante argumentos.
De esta manera tiene lugar la herejía a la doctrina oficial, pero dentro del mismo marco de la creencia, sin analizar el fondo de la cuestión, sin razonar sobre qué ocasiona el pensamiento e inconsciente colectivo, sin delimitar los mecanismos de manipulación, sino que se…
…aplican los mismos criterios de irracionalidad, sólo que en sentido contrario y sobre la base de que hay intereses ocultos. Sirven de contraste a la versión oficial.
O alegan que la enfermedad proviene de ondas invisibles, que podrá ser cierto o no, pero nada tiene que ver con lo que sucede.
La versión ortodoxa cataloga de herejes (“negacionistas”) a quienes pongan en cuestión su criterio. En su pugna se sostienen uno al otro y ya será una cuestión de fuerza y Poder, no de razón.
Ambas maneras de reaccionar aplican la misma creencia colectiva, pero en un sentido distinto. La herejía pone en cuestión la versión oficial, pero permite reforzar la conducta que impone ante un enemigo.
Para hacer visible esta pantomima se disfraza de gran hereje, ejemplo de "negacionista", un presidente, por ejemplo, cuya presencia en los medios de comunicación y en las redes suceda de manera global. La emocionalidad dominante se trasmite a la masa social.
Afecta incluso a quienes no aceptan el montaje, sin que quede más remedio que seguir la corriente.
Otro truco, o técnica de control de masas, consiste en informar sobre las fake, las noticias falsas, que muchas veces son bromas o cuestiones sin sentido, pero que sirve a los medios de comunicación de masas para que usar como contraste a lo que informan.
De esta manera consiguen el dominio total de la información por ser presentada, sin razonar, como la verdad. Para cuya puesta en escena cuentan con actores científicos.
La argumentación queda fuera de lugar. Pero se hace con boato.
Si un niño le dice a otro que mire atrás porque hay un burro volando, se obvia el elemento broma y un científico explicará que no existen burros con alas, pero que que rebuznan, no vuelan y lo demostrará en la televisión que es un bulo, pero para dar más rimbombancia a la…
…palabra se dirá que es un fake news. Se muestra así un teatro informativo en el que se ha hecho partícipe como actor protagonista a la población, la cual actúa en consecuencia.
Pero exaltada, porque en lugar de datos contrastatados se dicen verdades a medias, y se trasmite de manera emocional. Nos compunge al escuchar que hoy ha habido el doble de muertes, ¡el doble!, en un tono que nos pone los pelos de punta.
Nos sobresalta y cuando dicen que han sido dos, o sea el doble de uno, ya tenemos metida la emocionalidad en el cuerpo. Las cifras, la información ya dan lo mismo.
Si se quiere hacer ver a alguien que pretenda obligar al resto de los mortales que hay que hacer lo que mandan, será imposible porque gritará "¡no te das cuenta que han muerto dos personas, ¿no te importa?" Aquellos que cuestionen la ordenanza serán vistos como desalmados,…
…insolidarios, a los que nada les importa, instigadores de botellones y causa de la expansión del virus.
Y no ofrecerán argumentos, sino que dirán convencidos: "¿Es que no lo ves?" Y quien no comparta el delirio inducido tendrá que hacer como que sí que lo ve o será un vicho raro, un viLbre clamando en las redes del desierto.
El problema es que lo que lo que estamos viviendo no sucede para algo concreto. No es para vender un producto. No es para votar a un partido u otro. Tampoco es para crear una tendencia. No es para que un grupito de ricachones jueguen a dominar el mundo.
Es un sino, una forma de actuar las masas a lo largo de la Historia, a modo de destino trágico. Somos incapaces de superar tal dinámica por no ser consciente. Como dice el poeta Elías Gorostiaga "no podemos escapar de nosotros mismos". O sea de no sabemos qué.
En próximas reflexiones, desde la disidencia, lo veremos igualmente en la economía, en la política y en las medidas contra la pandemia, que no tienen ni pies ni cabeza. Es una irracionalidad que construye una creencia convertida en lo real.
Nos queda la palabra desde la nada. O sea: ser la resistencia.

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