Este es un hilo que quería hacer hace mucho tiempo. Se basa en la tercera posición que aún abrazamos los peronistas y en especial esta dedicado a la mano que ejecutó internacionalmente dicha concepción del General Perón: Juan Atilio Bramuglia, conocido como “El David entre dos
Goliat”.
Hijo de inmigrantes italianos, Juan Atilio nació el 01/01/1903 en Chascomús. Se recibió de abogado y a partir de 1929 representó a la Unión Ferroviaria, el sindicato más importante de esa época. El joven abogado creía desde siempre en la construcción de una sociedad
justa y equitativa.
Bramuglia, junto a otros, formó el grupo inicial vinculado al sindicalismo que en 1943 decidieron establecer contacto con jóvenes militares participantes de la Revolución del 43 con el fin de formar una alianza de tipo laborista que fue la génesis del
peronismo. Sus gestiones fueron claves para que Perón pudiera contar con una base propia para llegar al decreto del 2/10/1945, que estableció plenos derechos para los sindicatos, entre ellos el de participación política.​
En 1944 se desempeñó como Director del Departamento de
Previsión Social de la Secretaría de Trabajo y Previsión Social y en 1945 fue interventor de la Provincia de Buenos Aires. Cuando Perón triunfó en 1946, se encargó de las relaciones exteriores.
En 1947 Argentina tuvo un riesgoso papel en el Consejo de Seguridad de la ONU,
dado que los gobiernos de las dos superpotencias negociaban la distribución global de fuerzas luego de la Segunda Guerra Mundial para lograr un balance de poder.
EEUU se concentró en su objetivo de alinear al hemisferio y Perón buscó obtener ventajas económicas negociando con
los yanquis.
Pasada la etapa de Braden, la normalidad en las relaciones entre EEUU y Argentina aparecía como una de las condiciones para la conformación de un sistema continental y para el proceso que condujo a la creación de la Organización de los Estados Americanos.
Una vez
logrado dicho objetivo, en 1947 en la Conferencia de Río de Janeiro se firmó el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca. Bramuglia , en una magistral actuación, consiguió que las Malvinas quedaran como una zona hemisférica a ser custodiada regionalmente ante cualquier
agresión recibida de fuera de América.
Finalmente en 1948, en Bogotá, quedó conformada la OEA.
Mientras tanto en Europa explotaba la Guerra Fría que tuvo a Berlín como epicentro, después de la ocupación soviética de la ciudad en 1945, y tras los acuerdos de los aliados, quedó
como un enclave de 160 km dentro de la zona bajo control soviético. A su vez, la antigua capital alemana fue dividida en 4 zonas a cargo de cada uno de los vencedores: EEUU, URSS, Gran Bretaña y Francia.
EEUU decidió la creación de Alemania Occidental como respuesta a los
soviéticos, quienes sitiaron las tres zonas de Berlín que no controlaban. El conflicto fue elevado al Consejo de Seguridad de la ONU. Bramuglia, presente como canciller en la Asamblea General, tranquilizó a unos y otros con sus discursos pacifistas y favorables a la cooperación
económica. Presidió el Consejo de Seguridad y su actuación fue fundamental para la resolución del conflicto. La URSS negó que su país hubiera atacado, y argumentó que sólo se defendió de un ataque económico de Occidente. EEUU solo se limitó a elevar el caso ante el Consejo.
Durante octubre y noviembre de 1948, Bramuglia encabezó un equipo de negociadores. Reivindicó el principio de paz duradera, rescató el método de la mediación ante un conflicto severo y ya en ese momento aprovechó para subrayar “la oposición argentina al derecho de veto por parte
de los grandes”.
No escatimó reunión alguna que le pudiera ser útil para desactivar el conflicto, ni se limitó a los embajadores en la ONU. El ex abogado de la Unión Ferroviaria llegó a tratar con el mismísimo Secretario de Estado de EEUU, George Marshall y con el papa Pío XII.
Argentina, se había convertido en la mediadora entre las 2 superpotencias. En una carta el General Perón le escribió asombrado: “Usted parece un David entre dos Goliat”.
Bramuglia propuso levantar las restricciones entre Berlín y el resto de Alemania, y también una reunión de los
cuatro comandantes militares para discutir la unión monetaria de Berlín. A tal efecto le escribió a Perón: “La recomendación me parece muy buena, muy justa y bien buscada. Aunque no resulte, nosotros quedaremos bien. Como usted dice, yo también creo que Naciones Unidas no es
para resolver nada sino para preparar climas o estados ambientales. Por eso, como usted, creo que es fundamental dejar a la Argentina bien parada”.
Pero en el Consejo hubo oposiciones a su plan. Bramuglia, no se desalentó e ideó la formación de una comisión de expertos en
finanzas. Como corresponde a toda comisión que se precie, sus tareas se dilataron, a tal punto que en el medio la Argentina cesó en la presidencia del Consejo de Seguridad. Pero la dilación en sí misma llevó a la resignación soviética ante la existencia de un enclave como Berlín
occidental y muy pronto, en 1949, a la creación de la República Federal Alemana en Occidente y a la República Democrática de Alemania en el Este.
Al terminar su gestión, Marshall lo invitó a Washington y Bramuglia terminó entrevistándose con Truman.
Dejó de ser Ministro
de Relaciones Exteriores y Culto en agosto de 1949, aduciendo problemas de salud, se lo informó al General Perón en una carta: “Estimado presidente y amigo, alegó condiciones precarias de salud como motivo de mi renuncia”.
Fue el brazo ejecutor de la política de tercera
posición, el equilibrio que aseguraba no arrodillarse ante las imposiciones de ninguno de los dos imperialismos, el norteamericano y soviético
El General Perón definió la Tercera Posición el 28/11/1946 en el Teatro Colón diciendo: “El capitalismo, señores, en el mundo es muy
retaceado. Los demás comienzan a evolucionar hacia nuevas formas. El sistema estatal absoluto marcha con la bandera del comunismo en todas las latitudes y parecería que una tercera concepción pudiera conformar una solución aceptable, en que no llegaría al absolutismo estatal ni
podría volver al individualismo absoluto del régimen anterior. Sería una solución equilibrada de las fuerzas que representan el Estado moderno para evitar la aniquilación de una de esas fuerzas, para unirlas y ponerlas en marcha paralelamente, y que las fuerzas del capital y del
trabajo, combinadas armoniosamente, se pusieran a construir el destino común, con beneficio para las tres fuerzas y sin perjuicio para ninguna de ellas”.

¡Viva Perón!

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