Cuando decidí abortar en 2016 tenía 18 años recién cumplidos. Mi ex tenía 22. Cuando fuimos a hacer los análisis, y la prueba dio positivo, yo no paraba de llorar y él llamó sus amigos Boy Scouts de Jesús María (de toda la vida) para que me digan que le iba a cagar la vida+
si decidía continuar con el embarazo. Yo estaba terriblemente conflictuada. Mi madre tuvo a mi hermano a los 17. El aborto era no solamente un delito, sino un pecado imperdonable en mi familia. No tenía excusas. Yo tenía más facilidades de las que tuvo mi madre. Eso me mataba.+
Mi ex se apareció en mi casa al día siguiente con el sobre donde estaban los resultados. Se los di a él porque tenía terror de traerlos a mi casa. En el sobre habían 100 soles que según él “debían ser suficientes” para el aborto. Me bloqueó. Se escondió.+
Su madre, trabajadora de la facultad de Derecho de mi universidad, me llamó por teléfono a decirme que ella tuvo a su hijo sola porque su pareja la abandonó, y que yo también podría tener a mi hijo sola sin mortificar la vida de su hijo. Me escribió un correo desde+
la cuenta de mi ex para decirme que “tome en cuenta que abortar es un delito”. Esa tía me amenazó. Amenazó a una chibola embarazada, a la que su hijo había dejado. Ella, que se jactaba de que la vida le puso muchas pruebas al criar a sus hijos sola. Ella, MUJER, MADRE, ADULTA.+
Ese día pensé en suicidarme. Ni siquiera sabía ni tenía cómo. Solo sabía que me quería morir. Había sido irresponsable. Recién había ingresado a la Universidad, mis viejos se esforzaron mucho para que pueda entrar a estudiar ahí, y yo los había cagado. Eso pensaba.+
Sentirme basura era muy poco. Me sentía una escoria. La peor de la faz de la Tierra. Llamé llorando a un par de amigas. Estaba en pánico. Una de ellas me dijo “tienes que decirle a tus viejos”. La otra me dijo “Ale, ¿qué quieres hacer? Lo que tú decidas, yo estoy contigo”.+
Fue la primera vez que sentí un hombro en quién respaldarme. Me armé de valor. Decidí ir a la clínica. Llamé a mi ex para rogarle que me acompañe. No quiso. Me dijo que le iba a decir a un amigo. Que no podía ir solo conmigo porque “no quería decir nada que lo perjudique”.+
Ese día nos encontramos en la clínica y no me dirigió la palabra. Estaba él con su amigo y me dejaron sola. Cuando entré al consultorio, decidí hacerlo sola porque él claramente no tenía ni un ápice de ganas de entrar conmigo. ¿Saben qué hizo?+
Me mandó un correo diciéndome que había entrado sola porque seguramente él no era el padre. Que “si quería continuar con mi embarazo, me iba a pedir una prueba de ADN cuando mi hijo nazca para ver si era de él”. Él sabía que era la única persona con la que estuve.+
Tenía 4 semanas de embarazo y leí que podía tomar Misoprostol para abortar, pero también había leído que había gente que vendía pastillas adulteradas y que necesitaba ver si eran verídicas. ¿Cómo carajos saber eso? Le conté a mi mamá. Lloró. Me dijo que era una cojuda.+
Le dije que yo iba a solucionar todo y me dijo que no, que ni se me ocurra, que si ya había abierto las piernas, que me cargue la responsabilidad. En ese momento sentí que ya todo estaba perdido. Me sentía obligada a continuar con un embarazo que desde el primer día fue horrible+
y tortuoso para mí. Mis primos vinieron a mi casa a hablar con mi mamá. Uno de ellos le dijo que era mi decisión, que yo estaba muy chibola, y que con las pastillas correctas las probabilidades de fallar eran mucho menos.+
Nunca había visto a alguien tan decepcionada como mi madre. La entiendo y entiendo su dolor y decepción. Cuando pude conseguir las pastillas, toda mi familia se había enterado. Mi papá vino a mi cuarto a decirme que iba a ser abuelo, que ya se me iba a pasar ese rollo de querer+
abortar. Y no, nunca se me pasó. Aborté el mismo día que me hice la ecografía trasvaginal. Recuerdo que el doctor dijo “¿has tomado ácido fólico para quedar embarazada” y cuando dijo que no, respondió “estos jóvenes, cada vez peor...”. La única que estuvo conmigo fue mi mamá.+
Ella no entendía por qué había tomado esa decisión, estaba muy molesta conmigo, lloraba porque pensaba que si algo salía mal y debía ir a la clínica, tenía que ir a la cárcel. Tomé las pastillas y mi mamá estuvo llorando y rezando El Rosario.+
Creo que nunca he sentido una pena tan grande como la de ese día. Ese día, la relación con mis papás nunca volvió a ser igual. Me trataban con inferioridad moral. Me preguntaban quién era yo para opinar, siempre, en todo. Perdí mis derechos y mi dignidad.+
Me revisaban las cuentas de mis redes sociales y me amenazaban constantemente. Lo peor fue cuando me llevaron con engaños a un retiro de EJE por las almas de los niños abortados. Los ponentes repetían “recemos por las pecadoras”. Yo era una pecadora, en un sitio+
creado para juzgar, amedrentar y lucrar con el dolor y las creencias de la gente. Me escapé de ese lugar. Desde ese día no he vuelto a pisar ninguna iglesia. No me he vuelto acercar a ningún sitio donde me señalen de la manera en que lo hicieron esa vez.+
¿Mi ex? Me buscó en la universidad a preguntarme cómo estaba mi bebé, delante de TODOS mis amigos en la rotonda de Estudios Generales Letras. Cuando le dije que había abortado y que él lo sabía, me dijo “nunca te voy a perdonar por lo que hiciste”. Desde ese día se encargó de+
hacer de mi estadía en la PUCP un infierno. Me buscaba en mis salones de clase, se juntaba con mis amigos. Éramos todos cachimbos excepto él. Él, que me había dejado porque el hijo no lo iba a dejar estudiar, se dedicaba a huevear, a chupar y a hacerme mierda la vida.+
Completamente vulnerada y sintiendo que el mundo me daba la espalda, acepté todas las injusticias del mundo de parte de esta persona que me amenazó constantes veces en contarle a todos que había abortado si no regresaba con él. Él sabía cuán dañada estaba y se aprovechó de eso.+
Iba llorando a mis clases. Otros días no podía más. Simplemente no iba. Me quedaba encerrada en mi casa. Sola. Completamente desolada. Empecé a tener ataques de pánico y ansiedad. Hasta el día de hoy llevo terapias para recuperarme de eso. Me dejaba constantes veces y regresaba.+
Claro, yo no podía contarle a nadie. Vivía en un constante pleito con mi familia. Estaba jodida por donde me vieran. Me bajé de peso 14 kilos. Me decían que estaba regia. Yo solo pensaba en todo lo que vomitaba o no lograba comer por la ansiedad de mierda. El 2016 fue lo peor+
de mi vida porque decidí abortar. Completamente vulnerable, la gente que se supo superior me hizo mucho daño. Cuando pude denunciar todo esto, me llamaron LOCA y las amigas de mi ex y él hicieron toda una mierda en contra de mí en Twitter, diciendo que todo esto fue una jugada+
para postular a un cargo en la FEPUC. ¿Saben quiénes son ellas? ¿Saben quién es él? Si lo saben, y si les da un poco de vergüenza, dejen de lavarle la cara a un agresor y les deseo que jamás en el universo les hagan sentir que no valen nada por decidir abortar.+
Les deseo que nunca las humillen de esa manera y deseo también que la enamorada actual de este sujeto, que es una chibolita de 18, nunca pase por esto y a pesar de que me ha insultado y me habló a escribirme improperios de la peor forma, jamás se sienta sola e invalidada.+
Porque el aborto no solamente mata a las mujeres en el momento que abortan, también las mata cada vez que una persona que se cree superior moralmente la juzga sin conocer sus motivos, sus razones, sus circunstancias y sus dolores.+
Hoy abrazo a mi Alejandra de 18 años, embarazada y sola, y la admiro por decidir, y le digo: SERÁ LEY. Te prometo que SERÀ LEY. 💚💚💚
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