Lo prometido es deuda, la historia del “ increiblemente estúpido”.
Douglas Brent Hegdahl III provenía de una familia tradicional de inmigrantes noruegos. Cuando el Tio Sam le llamó a filas en el pueblo de Dakota del Sur donde vivía eligió la marina. Como Hegdahl diría después pensaba que así visitaría Australia.
Así que tenemos a Hegdahl con sus 18 años navegando en el Uss Camberra la noche de 6 de abril de 1967( no fue a Australia pero le tocó ese barco ) navegando a lo largo de Vietnam del Norte mientras cañonea la costa.
Hegdahl estaba destinando en uno de los grandes cañones del barco ayudando con la munición. Esa noche el algo atolondrado marinero salió a cubierta a tomar el aire. Mala idea mientras la artillería principal dispara. Así que sin saber como salió volando camino al agua.
A las 3 de la mañana y a 5km de la costa el panorama no pintaba bien para el desgarbado Hegdahl con sus casi 1,90 de altura. Mientras veía como el Camberra se alejaba. En el barco tardaron un día y medio en echarlo en falta. Asumieron que se había ahogado y rezaron por el.Chimpun
Por la mañana un pescador lo recogió y lo entregó a los soldados norvietnamitas que lo llevaron a Hanoi. Al llegar Hegdahl contó su historia, por supuesto no le creyeron y le dieron el palizón habitual de bienvenida.
Hegdahl llegó a la conclusión de que le iría mejor si se hacia pasar por alguien bastante corto de mollera. Dicho y hecho. Los norvietnamitas acabaron convenciendose de que era totalmente estúpido.
Los norvietnamitas le dijeron que debía redactar sus supuestos crímenes de guerra y Hegdahl aceptó entusiasmado. Los norvietnamitas alucinaban, era el 1º prisionero que voluntariamente lo iba a hacer sin tener que torturarlo.
Eso si, Hegdahl les dijo que como buen granjero americano era analfabeto, sus captores le creyeron y le pusieron un profesor particular que acabaría tirando la toalla varias semanas más tarde ante su falta de avances.
Luego les dijo que no avanzaba porque no veía bien y le llevaron a una óptica en Hanoi para hacerse unas gafas. Así es como Hegdahl consiguió reemplazar sus gafas ( para ver de lejos ) que había perdido en su chapuzón en el mar. De paso memorizó la ruta entre su cárcel y Hanoi
Por esa época los norvietnamitas cometieron el error de ponerle de compañero de celda al Teniente de la USAF Joe Crecca, más tarde veremos porque.
Mientras los norvietnamitas lo empezaron a llamar el increiblemete estúpido y le dieron una escoba para que se pasara el día barriendo. Esto hizo que la vigilancia sobre el fuera casi inexistente. La foto famosa.
Hegdahl aprovechó las siestas de sus guardias para echar tierra en los depósitos de los camiones inutilizando 7 de ellos. Como diría un piloto de A-4 preso, “ destruyó más vehículos mientras barría que yo en 70 misiones de combate”.
Mientras el Tte Crecca hacia juegos de memoria con el. Al final consiguió que memorizara los 256 nombres de los presos y los datos que los autenticaban ( numeros de tfno, nombre de familiares, etc) en base a tararear una canción.
A finales de 1969 los norvietnamitas liberaron a tres presos en señal de buena voluntad. El oficial de mayor rango de la marina preso ordenó a Hegdahl que fuera uno de ellos( el no quería irse y dejar atrás a sus compañeros)
Así fue como el prisionero más joven y que a la vez era una enciclopedia andante de lo que había vivido como prisionero fue puesto en libertad.
Hegdahl citó los nombres de los 256 presos, muchos de los cuales habían sido dados por muertos, y relató las torturas a las que eran sometidos a diario. Fue enviado a Paris donde había conversaciones con los norvietnamitas para mostrar lo que sabía.
A raíz de aquello las condiciones de vida de los prisioneros de guerra mejoraron ligeramente.
Tras la guerra sería contratado por la marina para dar charlas en el curso SERE , Survival, Evasion, Resistance and Escape.
Como diría Richard A. Stratton, otro piloto de la Navy con el que compartió celda “ El Increíblemente Estúpido”, mi héroe personal, es el arquetipo del marinero estadounidense innovador, ingenioso y valiente.”
Decir que aun hoy es capaz de recordar aquella lista de 256 nombres, muchos de los cuales le deben la vida seguramente.
Y hasta aquí esta historia tan sorprendente de gente común haciendo cosas extraordinarias.
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