Les contaré sobre uno de los primeros casos de espionaje industrial de la historia:

¿Cómo el emperador romano Justiniano robó el secreto de la producción de seda a China?
La seda salvaje la produce un montón de tipos de orugas en zonas de Eurasia.
Los chinos supieron cómo domesticar al gusano de seda aproximadamente en el 4000 a.C.

Con la domesticación, la seda se volvió un producto de mejor calidad y se teñía fácilmente, pasando a ser un lujo.
La seda se hizo famosa por su calidad, llegando a las estepas de Asia Central, Medio Oriente y Europa.

Los persas aqueménidas y los nómadas escitas se hicieron millonarios como intermediarios pero el secreto seguía siendo guardado celosamente por los emperadores chinos.
Los persas aqueménidas incluso volvieron parte de la Ruta de la Seda el "Camino Real", que iba desde Persia hasta la costa del mar Egeo.

Los griegos y macedonios de Alejandro Magno, tras derrotar a los persas, fundaron Alejandría Escate para intentar comerciar la seda china.
En el siglo I, los romanos comenzaron a comerciar con India para adquirir seda a través del Océano Índico.

Los patricios pagaban precios elevadísimos por la seda, dejando dinero en las aduanas romanas pero también mucho dinero salía del imperio hacía China.
La eventual falta de dinero en Roma causó en parte la crisis del siglo III y la posterior caída del imperio romano.

Los bárbaros que conquistaron Roma como los godos, francos y vándalos, también adoraban la seda.
El imperio romano de Oriente (o imperio bizantino) también se volvió intermediario de la seda y comenzó a recibir bastante dinero.

Pero no todo iba bien, el imperio sasánida estaba en guerra permanente con los romanos y en numerosas ocasiones cerraban la Ruta de la Seda.
Los romanos orientales intentaron rutas marítimas por el mar Rojo pero los piratas sasánidas confiscaban sus naves.

La ruta norte por las estepas de la actual Rusia eran bastante peligrosas porque estaban llenas de bandidos y era muy fácil perderse...

Todo parecia complicado.
Durante ese período, gobernaba Justiniano I y este recientemente recapturó Roma de los ostrogodos.
Esto dilató las finanzas en gran manera.

El imperio romano oriental necesitaba dinero urgentemente. El ahogo de los sasánidas y la guerra constante hacían mella en la población.
Unos monjes nestorianos se acercaron a Justiniano ofreciéndole la solución al problema de la seda; todo por un precio.
El ambicioso Justiniano les prometió grandes riquezas y los monjes partieron de Constantinopla.

Hoy en día, no sé sabe si fueron por tierra o por mar.
A los monjes, extrañamente, se les permitió ver y aprender los secretos de la seda a pesar que fuera un secreto de estado.

Quizás los chinos jamás pensaron que pudieran llevarse los gusanos porque eran criaturas sumamente frágiles y morían con mucha facilidad.
Los astutos monjes idearon un plan: Ocultaron las larvas y huevos de los gusanos seda en sus bastones y luego, le pidieron a los pobladores que les regalaran arbustos de mora, principal alimento de los gusanos.

Regresaron a Constantinopla por la ruta norte y todo cambió.
Los romanos rompieron el monopolio chino de la seda y el de sus intermediarios sasánidas, convirtiéndose en una gran fuente de ingresos hasta el año 1204.

La seda teñida de púrpura imperial se convirtió en un lujo monopolizado por Constantinopla.
Así fue como el imperio romano oriental alcanzó su estatus de potencia económica; a través de uno de los primeros casos de espionaje industrial de toda la historia.
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