Acompañadme en la travesía de Cristóbal Colón a las Indias a través de su propio diario de abordo.
(Entre paréntesis colocaré pequeñas anotaciones para una mejor comprensión del texto) el resto tal cual figura en su diario.
Que comienza así.
Partimos viernes tres días de agosto de 1492 de la barra de Saltés, a las ocho horas. Anduvimos con fuerte virazón hasta el poner del sol hacia el Sur sesenta millas, que son 15 leguas; después al Sudoeste y al Sur cuarta del Sudoeste, que era el camino para las Canarias.
(La barra de Saltés es la ría que forman en su desembocadura los ríos Tinto y Odiel. La tripulación embarcó el jueves 2 de agosto y zarpó en la madrugada del día 3.
La Legua, en los cálculos de Colón, equivalía a 5.920 metros).
Sábado 4 de Agosto.

Anduvieron al Sudoeste cuarta del Sur.
Domingo 5 de agosto.

Anduvieron su vía entre día y noche más de 40 leguas.

(Podéis leer un poco más aquí https://twitter.com/Absolutexe/status/1290542825927520256?s=20 )
Lunes, 6 de agosto. Primer problema.

Saltó o desencajóse el gobernario (timón) a la carabela Pinta, dónde iba Martín Alonso Pinzón, a lo que se creyó y sospechó por industria de un Gómez Rascón y Cristóbal Quintero, cuya era la carabela, porque le pesaba ir en aquel viaje.
Y dice el Almirante que antes de que partiese se había hallado en ciertos reveses y grisquetas (disputas) como dicen, a los dichos.
Viose allí el Almirante en gran turbación por no poder ayudar a la dicha carabela sin su peligro, y dice ...
... que alguna pena perdía con saber que Martín Alonso Pinzón era persona esforzada y de buen ingenio.

En fin, anduvieron entre día y noche 29 leguas.
Martes, 7 de agosto.

Tornóse a saltar el gobernante a la Pinta (volvió a salirse el timón), y adobáronlo (remendaron) y anduvieron en demanda de la isla de Lanzarote, que es una de las islas de Canarias, y anduvieron entre día y noche 25 leguas.
Miércoles, 8 de agosto.

Hubo entre los pilotos de las tres carabelas opiniones diversas dónde estaban, y el Almirante salió más verdadero; y quisiera ir a Gran Canaria por dejar la carabela Pinta, porque iba mal acondicionada del gobernario, y quisiera tomar allí otra.
Jueves, 9 de agosto.

(Aquí se produce un vacío en el diario, que se retoma el jueves 6 de septiembre, durante este tiempo permanecieron en las Canarias, viajando entre las islas y reparando la Pinta ante la imposibilidad de encontrar un navío que la reemplazarse).
Hasta el domingo en la noche no pudo el Almirante tomar la Gomera, y Martín Alonso quedó de en aquella costa de Gran Canaria por mando del Almirante, porque no podía navegar.
Después tornó el Almirante a Canaria, y adobaron (remendaron) muy bien la Pinta, con mucho trabajo...
... y diligencia del Almirante, de Martín Alonso y de los demás; y al cabo vinieron a la Gomera.
Vieron salir gran fuego de la sierra de la isla de Tenerife, que es muy alta en gran manera..
Hicieron la Pinta redonda, porque era Latina (se sustituye la vela por otra redonda)
Tornó a la Gomera a domingo dos de septiembre con la Pinta adobada.
Dice el Almirante que juraban muchos hombres honrados españoles que en la Gomera estaban con doña Inés Pedraza, madre de Guillén Pedraza, que después fue el primer Conde de la Gomera.
(Doña Inés de Pedraza era señora de Canarias en 1454. Cuando Colón llega a las islas, esta posición era ocupada por la viuda de Hernán Pedraza de Ayala y Rojas, que había muerto 5 años antes).
(seguimos con lo que juraban desde hacía años los habitantes de la Gomera)
Que cada año veían tierra al Oeste de las Canarias, que es al Poniente; y otros de la Gomera afirmaban otro tanto con juramento.
Dice aquí el Almirante que se acuerda que estando en Portugal el año 1484 vino uno de la isla de Madera al Rey a le pedir una carabela para ir a esta tierra que veía, la cual juraba que cada año la veía y siempre de una manera.
Y también dice que se acuerda que lo mismo decían en las islas de los Azotes y todos éstos en un derrota y en un manera de señal y en una grandeza.
Tomada pues, agua y leña y carnes y lo demás que tenían los hombres que dejó en la Gomera el Almirante cuando fue a la isla de Canaria a adobar la carabela Pinta, finalmente se hizo a vela de la dicha isla de la Gomera con sus tres carabelas jueves a seis días de septiembre.
Jueves, 6 de septiembre.

Partió aquel día por la mañana del puerto de la Gomera y tomó la vuelta para ir a su viaje. Y supo el Almirante de una carabela que venía de la isla de Hierro que andaban por allí tras carabelas de Portugal para lo tomar: debía ser la envidia que el Rey
tenía por haberse ido a Castilla. Y anduvo todo aquel día y noche en calma, y a la mañana se halló entre la Gomera y Tenerife.
Viernes, 7 de septiembre.

Todo el viernes y sábado hasta tres horas de noche estuvo en calma.
Sábado, 8 de septiembre.

Tres horas de noche sábado comenzó a centrar Nordeste, y tomó su vía y camino al Oeste. Tuvo mucha mar por proa, que le estorbaba el camino; andaría aquel día 9 leguas con su noche.
Domingo, 9 de septiembre.

Anduvo aquel día 19 leguas, y acordó contar menos de las que andaba, porque si el viaje fuese luengo no se espantase y desmayase la gente.

En la noche anduvo 120 millas; a diez millas por hora, que son 30 leguas.
Los marineros gobernaban mal, decayendo sobre la cuarta del Nordeste, y aún a la media partida.
Sobre lo cual les riñó el Almirante muchas veces.
Lunes, 10 de septiembre.

En aquel día con su noche anduvo 60 leguas, a 10 millas por hora 21, que son dos leguas y media; pero no contaba sino 48 leguas, porque no se asombrase la gente si el viaje fuese largo
Martes, 11 de septiembre.

Aquel día navegaron a su vía, que era al Oeste, y anduvieron 20 leguas y más, y vieron un gran trozo de mástil de nao, de ciento y veinte toneles, y no lo pudieron tomar. La noche anduvieron cerca de 20 leguas, y contó no más de 16 por la causa dicha.
Miércoles, 12 de septiembre.

Aquel día, yendo su vía, anduvieron en noche y día treinta y tres leguas, contando menos por la dicha causa.
Jueves, 13 de septiembre.
Aquel día con su noche, yendo a su vía, que era al Oeste, anduvieron 33 leguas, y contaba 3 o 4 menos.

Las corrientes le eran contrarias. En este día, al comienzo de la noche, las agujas noroesteaban, y a la mañana noroesteaban algún tanto.
Viernes, 14 de septiembre.

Navegaron aquel día su camino al Oeste con su noche y anduvieron 20 leguas; contó algunas menos.
Aquí dijeron los de la carabela Niña que habían visto un garjao y un rabo de junco; y estas aves nunca se apartan de tierra, cuando más, 25 leguas.
Sábado, 15 de septiembre.

Navegó aquel día con su noche 27 leguas su camino al Oeste y algunas más. Y en esta noche, al principio de ella vieron caer del cielo un maravilloso ramo de fuego en la mar, lejos de ellos 4 o 5 leguas
Domingo, 16 de septiembre.

Navegó aquel día y la noche a su camino al Oeste. Andarían 39 leguas, pero no contó sino 36. Tuvo aquel día algunos nublados, lloviznó. Dice aquí el Almirante que hoy y siempre de allí adelante hallaron Aires temperantísimos, -->
<- que era placer grande el gusto de las mañanas, que no faltaba sino oír ruiseñores. Dice él: "y era el tiempo como por abril en el Andalucía".
Aquí comenzaron a ver muchas manadas de hierba muy verde que poco había->
<- según le parecía, que se habían despegado de tierra, por lo cual todos juzgaban que estaban cerca de alguna isla; pero no de tierra firme, según el Almirante, que dice: "porque la tierra firme hago más adelante".
Lunes, 17 de septiembre.

Navegó a su camino al Oeste, y andarían en día y noche 50 leguas y más, no asentó sino 47. Ayudábales la corriente. Vieron mucha hierba y muy a menudo, y de hierba de peñas, y venía la hierba de hacia Poniente. Juzgaban estar cerca de tierra.
Tomaron los pilotos el Norte marcándolo, y hallaron que las agujas noroesteaban una gran cuarta, y temían los marineros y estaban penados y no decían de qué.
Conociólo el Almirante; mandó que tornasen a marcar el Norte en amaneciendo, y hallaron que estaban buenas las agujas.
La causa fue porque la estrella que parece hace movimiento, y no las agujas. En amaneciendo, aquel lunes, vieron muchas más hierbas de ríos, en las cuales hallaron un cangrejo vivo, el cual guardó el Almirante. Y dice que aquellas fueron señales ciertas de tierra, ->
<- porque no se hallan a 80 leguas de tierra. El agua de la mar hallaban menos salada desde que salieron de las Canarias; los aires siempre más suaves. Iban muy alegres todos y los navíos quien más podía andar andaba por ver primero tierra.
Vieron muchas toninas (atunes), y los de la Niña mat_aron una. Dice aquí el Almirante que aquellas señales eran de Poniente, "donde espero en aquel alto Dios, en cuyas manos están todas las victorias, que muy presto nos dará tierra".
En aquella mañana dice que vio un ave blanca que se llama 'rabo de junco' que no suele dormir en la mar.
Martes, 18 de septiembre.

Navegó aquel día con su noche, y andarían más de 55 leguas, pero no asentó sino 48. Llevaba todos estos días mar muy bonanza, como en el río de Sevilla.
Este día Martín Alonso, con la Pinta, que era gran veleta, no esperó -->
<-- porque dijo al Almirante desde su carabela que había visto gran multitud de aves ir hacia Poniente, y que aquella noche esperaba ver tierra y por eso andaba tanto.
Apareció a la parte Norte una gran cerrazón, que es señal de estar sobre la tierra.
Miércoles, 19 de septiembre.

Navegó su camino, y entre día y noche andarían 25 leguas porque tuvieron calma. Escribió 22.
Este día a las 10 horas vino a la nao un alcatraz, y a la tarde vieron otro, que no suele apartarse veinte leguas de tierra.
Vinieron unos llovizneros sin viento, lo que es señal cierta de tierra. No quiso detenerse barloventeando el Almirante para averiguar si había tierra; más que tuvo por cierto que a la banda del Norte y del Sur había algunas islas, como la verdad lo estaban, y él iba por medio.
Porque su voluntad era de seguir adelante hasta las Indias, "y el tiempo es bueno, porque placiendo a Dios a la vuelta se vería todo": éstas son sus palabras. Aquí descubrieron sus puntos los pilotos.
El de la Niña se hallaba de las Canarias a 440 leguas. El de la Pinta a 420->
<-el de la donde iba el Almirante, a 400 justas.

Los pilotos eran:
Sancho Ruiz de la Niña, Cristóbal García Sarmiento, de la Pinta y Peralonso Niño de la Santa María.
Jueves, 20 de septiembre.

Navegó este día al Oeste cuarta del Noroeste y a la media partida, porque se mudaron muchos vientos con la calma que había.
Andarían hasta 7 u 8 leguas. Vinieron a la nao dos alcatraces y después otro, que fue señal de estar cerca de tierra
Y vieron mucha hierba, aunque el día pasado no habían visto de ella. Tomaron un pájaro con la mano, que era como un garjao; era pájaro de río y no de mar; los pies los tenía como gaviota.
Vinieron al navío, en amaneciendo, 2 o 3 pájaros de tierra cantando, y después, ->
<- antes del sol salido, desaparecieron.
Después vino un alcatraz: venía del Oesnoroeste; iba al Sudeste, que era señal que dejaba la tierra al Oesnoroeste, porque estas aves duermen en tierra y por la mañana van al mar a buscar su vida y no se alejan 20 leguas.
Viernes, 21 de septiembre.

Aquel día fue todo lo más calma y después algún viento. Andarían entre día y noche, de ello a la vía (siguiendo la ruta sin desplazarse) y de ello no, hasta 13 leguas.
En amaneciendo, hallaron tanta hierba que parecía ser la mar cuajada de ella.
Y venía del Oeste. Vieron un Alcatraz. La mar muy llana como un río y los aires mejores del mundo. Vieron una ballena, que es señal de que estaban cerca de tierra, porque siempre andan cerca.
Sábado, 22 de septiembre.

Navegó al Oesnoroeste más o menos, acostándose a una y otra parte.
Andarían 30 leguas. No veían casi hierba. Vieron unas pardelas (ave marina parecida a la gaviota, pero más pequeña) y otra ave.
Dice aquí el Almirante: "Mucho me fue necesario este viento contrario, porque mi gente andaban muy estimulados, que pensaban que no ventaban estos mares vientos para volver a España".
Por un pedazo de día no hubo hierba; después muy espesa.
Domingo, 23 de septiembre.

Navegó al Noroeste y a las veces a la cuarta del Norte y a las veces a su camino, que era al Oeste; y andaría hasta 22 leguas. Vieron una tórtola y un alcatraz y otro pajarito de río y otras aves blancas. Las hierbas eran muchas y hallaban cangrejos.
Y como la mar estuviese mansa y llana, murmuraba la gente diciendo: "que pues por allí no había mar grande, que nunca ventaría para volver a España" pero después alzóse la mar y sin viento, que los asombraba.
Por lo cual dice aquí el Almirante: " Así que muy necesario me fue la mar alta, que no pareció salvo el tiempo de los judíos cuando salieron de Egipto contra Moisén, que los sacaba de cautiverio".
Lunes, 24 de septiembre.

Navegó a su camino al Oeste día y noche. Y andarían catorce leguas y media. Contó doce. Vino al navío un alcatraz y vieron muchas pardelas.
Martes, 25 de septiembre.

Este día hubo mucha calma, y después ventó; y fueron al Oeste hasta la noche. Iba hablando el Almirante con Martín Alonso Pinzón, capitán de la otra carabela Pinta, sobre una carta que le había enviado tres días hacía a la carabela,
Dónde según parece tenía pintadas el Almirante ciertas islas por aquella mar. Y decía Martín Alonso que estaban en aquella comarca, y decía el Almirante que así le parecía a él; pero puesto que no hubiesen dado con ellas, lo debían de haber causado las corrientes que siempre ->
<- habían echado los navíos al Nordeste, y que no habían andado tanto como los pilotos decían. Y enviada con alguna cuerda, comenzó el Almirante a cartera en ella con su piloto y marineros.
Al sol puesto, subió el Martín Alonso en la popa de su navío, y con mucha alegría llamó
al Almirante, pidiéndole albricias que veía tierra. Y cuando se lo oyó decir con afirmación, el Almirante dice que se echó a dar gracias a Nuestro Señor de rodillas, y el Martín Alonso decía Gloria in excelsis Deo con su gente.
Lo mismo hizo la gente del Almirante; y los de la Niña subiéronse todos sobre el mástil y en la jarcia, y todos afirmaron que era tierra. Y al Almirante así pareció y que habría a ella 25 leguas. Estuvieron hasta la noche afirmando todos ser tierra.
Mandó el Almirante dejar su camino, que era al Oeste, y que fuesen todos al Sudoeste, adonde había parecido la tierra. Habrían andado aquel día al Oeste 4 leguas y media, y en la noche al Sudoeste 17 leguas, que son 21, puesto que decía a la gente 13 leguas porque siempre fingía
a la gente que hacía poco camino porque no les pareciese largo; por manera que escribió por dos caminos aquel viaje, el menor fue el fingido, y el mayor el verdadero. Anduvo la mar muy llana, por lo cual se echaron a nadar muchos marineros. Vinieron muchos dorados y otros peces.
Miércoles, 26 de septiembre.

Navegó a su camino al Oeste hasta después de medio día. De allí fueron al Sudoeste hasta conocer que lo que decían que había sido tierra no lo era.

Anduvieron día y noche 31 leguas y contó a la gente 24.
La mar era como un río, los aires dulces.
Jueves, 27 de septiembre.

Navegó a su vía al Oeste, anduvieron día y noche con calma 14 leguas, contaron 13.
Hallaron poca hierba; tomaron dos peces dorados, y en los otros navíos más.
Sábado, 29 de septiembre.

Navegó a su camino al Oeste. Anduvieron 24 leguas; contó a la gente 21. Por calmas que tuvieron, anduvieron entre día y noche poco. Vieron un ave que se llamaba rabihorcado, que hace vomitar a los alcatraces lo que comen para comerlo ella, y no ->
<- se mantiene de otra cosa. Es ave de mar, pero no posa en la mar ni se aporta de tierra 20 leguas. Hay de éstas muchas en las islas de Cabo Verde.
Después vinieron dos alcatraces. Los aires eran muy dulces y sabrosos, que dice que no faltaba sino oír al ruiseñor.
Y la mar, llana como un río. Parecieron después en tres veces tres alcatraces y un horcado. Vieron mucha hierba.
Domingo, 30 de septiembre.

Navegó su camino al Oeste. Anduvo entre día y noche, por las calmas, 14 leguas, contó 11.
Vinieron al navío 4 rabos de junco, que es gran señal de tierra, porque tantas aves de una naturaleza juntas es señal que no andan desmandadas ni perdidas.
Viéronse 4 alcatraces en 2 veces. Hierba, mucha.
Nota: Que las estrellas que se llaman las Guardas, cuando anochece, están junto al brazo de la parte del Poniente, y cuando amanece están en la línea debajo del brazo al Nordeste, ->
<- que parece que en toda la noche no andan salvo 3 lineas, que son 9 horas, y esto cada noche: esto dice aquí el Almirante.

También en anocheciendo las agujas noroestean una cuarta, y en amaneciendo están con la estrella justo; por lo cual parece que la estrella hace ->
<- movimiento como las otras estrellas, y las agujas piden siempre la verdad.
Lunes, 1 de octubre.

Navegó su camino al Oeste. Anduvieron 25 leguas; contó a la gente 20 leguas. Tuvieron grande aguacero. El piloto del Almirante tenía hoy, en amaneciendo, que habían andado desde la isla del Hierro hasta aquí 568 leguas al Oeste. La cuenta menor ->
<- que el Almirante mostraba a la gente eran 584 leguas; pero la verdadera que el Almirante juzgaba y guardaba eran 707.
Martes, 2 de octubre.

Navegó su camino al Oeste noche y día 39 leguas, contó a la gente obra de 30 leguas. La mar llana y buena siempre. "A Dios muchas gracias sean dadas", dijo aquí el Almirante. Hierba venía del Este al Oeste, por el contrario de lo que solía.
Parecieron muchos peces; ma_tóse uno. Vieron un ave blanca que parecía gaviota.
Miércoles, 3 de octubre.

Navegó su vía ordinaria. Anduvieron 47 leguas; contó a la gente 40 leguas. Aparecieron pardelas, hierba mucha, alguna muy vieja y otra muy fresca, y traía como fruta; y no vieron aves algunas. Creía el Almirante que le quedaban atrás las islas ->
<- que traía pintadas en su carta. Dice aquí el Almirante que no se quiso detener barloventeando la semana pasada y estos días que había tantas señales de tierra, aunque tenía noticia de ciertas islas en aquella comarca, por no se detener, pues su fin era pasar a las Indias
(Según el proyecto de Colón, las distancias del Océano serían estas: a unas 750 leguas se encontrarían las primeras islas -el legendario Cipango- y entre éstas y la tierra continental -Catay- unas 1.500 millas, noticia recogida tanto de Marco Polo como de Toscanelli).
Y si se detuviera, dice él, que no fuera buen seso.
Jueves, 4 de octubre.

Navegó su camino al Oeste. Anduvieron entre día y noche 63 leguas; contó a la gente 46. Vinieron al navío más de 40 pardelas juntos y dos alcatraces, y al uno dio una pedr_ada un mozo de la carabela. Vino a la nao un rabihorcado y una blanca como gaviota.
Viernes, 5 de octubre.

Navegó a su camino. Andarían 11 millas por hora. Por la noche y día andarían 57 leguas, porque aflojó la noche algo el viento; contó a su gente 45. La mar en bonanza y llana. "A Dios -dice el Almirante- muchas gracias sean dadas".
El aire muy dulce y templado, hierba ninguna, aves pardelas muchas, peces golondrinas volaron en la nao muchos.
Sábado, 6 de octubre.

Navegó su camino al Oeste. Anduvieron 40 leguas entre día y noche; contó a la gente 33.
Esta noche dijo Martín Alonso que sería bien navegar a la cuarta del Oeste, a la parte del Sudoeste; y al Almirante pareció que no decía esto Martín Alonso por la isla
de Cipango, y el Almirante veía que si la entraban que no pudieran tan presto tomar tierra y que era mejor una vez ir a tierra firme y después a las islas.

(Martín Alonso Pinzón interviene en defensa del Almirante ante el primer motín que se produce en el viaje->
<- el de los vizcaínos de la Nao Santa María. Además le aconseja modificar el rumbo. Colón inicialmente se niega pero al día siguiente cambia el rumbo al propuesto por Pinzón).
Domingo, 7 de octubre.

Navegó a su camino al Oeste; anduvieron 12 millas por hora dos horas, y después 8 millas por hora; y andaría hasta un hora de sol 23 leguas. Contó a la gente 18.

En este día, al levantar el sol, la carabela Niña, que iba delante por ser velera->
<- y andaban quien más podía por ver primero tierra, por gozar de la merced que los Reyes a quien primero la viese habían prometido, levantó una bandera en el topo del mástil y tiró una lombarda por señal que veían tierra, porque así lo había ordenado el Almirante.
Tenía también ordenado que al salir el sol y al ponerse se juntasen todos los navíos con él, porque estos dos tiempos son más propios para que los humores den más lugar a ver más lejos. Como en la tarde no viesen tierra, la que pensaban los de la carabela Niña que habían visto,
y porque pasaban gran multitud de aves de la parte den Norte al Sudoeste -por lo cual era de creer que se iban a dormir a tierra o huían quizá del invierno, que en las tierras de donde venían debía de querer venir, porque sabía el Almirante que las más de las islas que ->
<- tienen los portugueses es por las aves las descubrieron- , por esto el Almirante acordó dejar el camino del Oeste y poner la proa hacia el Oessudoeste, con determinación de andar dos días por aquella vía.
Esto comenzó antes una hora del sol puesto. Andarían toda la noche obra de 5 leguas y 23 del día. Fueron por todas 28 leguas noche y día.
Lunes, 8 de octubre.

Navegó al Oessudoeste y andarían entre día y noche 11 leguas y media o 12, Y a ratos parece que anduvieron en la noche 15 millas por hora, si no está mentirosa la letra. Tuvieron la mar como el río de Sevilla; gracias a Dios, dice el Almirante.
"los aires muy dulces como en abril en Sevilla, que es placer estar a ellos: tan olorosos son."

Pareció la hierba muy fresca; muchos pajaritos del campo, y tomaron uno que iba huyendo al Sudoeste, grajaos y ánades y un alcatraz.
Martes, 9 de octubre.

Navegó al Sudoeste. Anduvo 5 leguas; mudóse el viento y corrió al Oeste cuarta al Noroeste, y anduvo 4 leguas. Después con todas 11 leguas de día y a la noche 20,5 leguas. Contó a la gente 17 leguas. Toda la noche oyeron pájaros.
Miércoles, 10 de octubre.

Navegó al Oessudoeste. Anduvieron a 10 millas por hora y a ratos a 12 y algún rato a 7,, y entre día y noche 59 leguas. Contó a la gente 44 leguas, no más. Aquí la gente ya no lo podía sufrir: quejábase del largo viaje.
(En realidad se produce un motín que ya no solo afecta a la Santa María, sino que se ha extendido a las otras dos naves. Los hermanos Pinzón están ahora de acuerdo con la tripulación ante las numerosas promesas fallidas del Almirante)
El Almirante los esforzó lo mejor que pudo, dándoles buena esperanza de los provechos que podrían haber. (La tripulación concede tres días adicionales a Colón para encontrar tierra, en caso contrario regresarán.
Y añadía el Almirante: "que por demás era quejarse, pues él había venido a las Indias, y que así lo había de proseguir hasta hallarlas con la ayuda de Nuestro Señor".
Jueves, 11 de octubre.

Navegó al Oessudoeste. Tuvieron mucha mar y más que en todo el viaje habían tenido. Vieron pardelas y un junco verde junto a la Nao. Vieron los de la carabela Pinta una caña y un palo y tomaron otro palillo labrado a lo que parecía con hierro.
Y un pedazo de caña y otra hierba que nace en tierra, y una tablilla. Los de la carabela Niña también vieron otras señales de tierra y un palillo cargado de escaramujos.
Con estas señales respiraron y alegráronse todos. Anduvieron en ese día, hasta puesto el sol, 27 leguas.
Después del sol puesto, navegó a su primer camino, al Oeste; andarían 12 millas cada hora y hasta dos horas después de media noche andarían 90 millas, que son 22 leguas y media.
Viernes, 12 de octubre de 1492.

Y porque la carabela Pinta era más velera e iba delante del Almirante, halló tierra. Esta tierra vio primero un marinero que se decía Rodrigo de Triana (su nombre real era Juan Rodríguez Bermejo, de Los Molinos, Sevilla)
Puesto que el Almirante, a las 10 de la noche (del 11), estando en el castillo de popa, vio lumbre, aunque fue cosa tan cerrada que no afirmar que fuese tierra; pero llamó a Pero Gutiérrez, repostero de estrados del Rey, y díjole que parecía lumbre, que mirase él,
Y así lo hizo, y viola; díjole también a Rodrigo Sánchez de Segovia, que el Rey y la Reina enviaban en el armada por veedor (inspector regio encargado de vigilar el funcionamiento económico del viaje), el cual no vio nada porque no estaba en lugar do la pudiese ver.
Después de que el Almirante lo dijo, se vio una vez o dos, y era como una candelilla de cera que se alzaba y levantaba, lo cual a pocos pareciera ser indicio de tierra. Pero el Almirante tuvo por cierto estar junto a tierra. Por lo cual, cuando dijeron la Salve,
que la acostumbran decir y cantar a su manera todos los marineros y se hallan todos, rogó y amonestólos el Almirante que hiciesen buena guarda al castillo de proa, y mirasen bien por la tierra, y que al que le dijese primero que veía tierra "le daría luego un jubón de seda"
sin las otras mercedes (además de) que los Reyes habían prometido, que eran 10.000 maravedíes de juro a quien primero la viese.

A LAS DOS HORAS DESPUÉS DE MEDIA NOCHE PARECIÓ LA TIERRA.

De la cual estarían a dos leguas.
Amaynaron todas las velas, y quedaron con el treo (la vela grande sin bonetas) y pusiéronse a la corda (maniobra que se realiza para permanecer en la misma posición), temporizado hasta el día viernes, que llegaron a una islita de los Lucayos, que se llamaba en lengua de indios
GUANAHANÍ. Luego vinieron gente desnuda, y el Almirante salió a tierra en la barca armada, y Martín Alonso Pinzón y Vicente Yáñez, su hermano, que era capitán de La Niña. Sacó el Almirante la bandera real y los capitanes con dos banderas de la Cruz Verde,
Que llevaba el Almirante en todos los navíos por seña, con una F y una Y: encima de cada letra su corona, una de un cabo de la cruz y otra de otro.
Puestos en tierra vieron árboles muy verdes y aguas muchas y frutas de diversas maneras.
El Almirante llamó a los dos capitanes y a los demás que saltaron en tierra, y a Rodrigo de Escobedo, escribano de toda la armada, y a Rodrigo Sánchez de Segovia, y dijo que diesen por fe y testimonio cómo él por ante todos tomaba, como de hecho tomó, posesión de la dicha isla,
Por el Rey y por la Reina sus señores, haciendo las protestaciones que se requerían, como más largo se contiene en los testimonios que allí se hicieron por escrito.
Luego se ajuntó allí mucha gente de la isla. Esto que sigue son palabras formales del Almirante:
"Yo, porque nos tuviesen mucha amistad, porque conocí que era gente que mejor se libraría y se convertiría a nuestra Santa Fe con amor que no por fuerza, les di a algunos de ellos unos bonetes colorados y unas cuentas de vidrios que se ponían al pescuezo, y otras cosas muchas ->
<- de poco valor, con que hubieron mucho placer y quedaron tanto nuestros que era maravilla. Los cuales después venían a las barcas de los navíos adónde nos estábamos, nadando, y nos traían papagayos e hilo de algodón en ovillos y azagayas y otras cosas muchas, y nos las trocaban
por otras cosas que nos, les dábamos, como cuentecillas de vidrio y cascabeles. En fin todo tomaban y daban de aquello que tenían en buena voluntad. Más me pareció que era gente muy pobre de todo. Ellos andan todos desnudos como su madre los parió, y también las mujeres,
aunque no vi más de una harto moza. Y todos los que yo vi eran todos mancebos, que ninguno vi en edad de más de 30 años; muy bien hechos, de muy hermosos cuerpos y muy buenas caras: los cabellos gruesos casi como sedas de cola de caballo, y cortos: los cabellos traen por encima
de las cejas, salvo unos pocos detrás que traen largos, que jamás cortan.
De ellos se pintan de Prieto, y ellos son de la color de los canarios, ni negros ni blancos, y de ellos se pintan de blanco, y de ellos de Colorado, y de ellos de lo que hallan, y de ellos se pintan las
caras, y de ellos todo el cuerpo, y de ellos solo los ojos, y de ellos sólo el nariz.
Ellos no traen armas ni las conocen, porque les mostré espadas y las tomaban por el filo y se cortaban con ignorancia. No tienen algún hierro: sus azagayas son unas vainas sin hierro
Y algunas de ellas tienen al cabo un diente de pez, y otras de otras cosas. (Una azagaya es una lanza pequeña)
Ellos todos a una mano Son de buena estatura de grandeza y buenos gestos, bien hechos.
Yo vi algunos que tenían señales de heridas en sus cuerpos, y les hice señas
qué era aquello, y ellos me mostraron como allí venían gente de otras islas que estaban cerca y les querían tomar y se defendían. Y yo creí y creo que aquí vienen de tierra firme a tomarlos por cautivos. Ellos deben ser buenos servidores y de buen ingenio, que veo que muy
presto dicen todo lo que les decía, u creo que ligeramente se harían cristianos; que me pareció que ninguna secta tenían. Yo, placiendo a Nuestro Señor, llevaré de aquí al tiempo de mi partida 6 a Vuestras Altezas para que aprendan a hablar.
Ninguna bestia de ninguna manera vi, salvo papagayos, en está isla".

Todas son palabras del Almirante.
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