Aprovechando el verano voy a montar un hilo con las #Las50MejoresPelículasDeUnaDécada No hay más orden que el cronológico en relación al momento en el que las vi. Están elegidas entre las casi 900 que vi por primera vez entre 2010 y 2019. Las revisiones no servían para esta lista
1. La cinta blanca (2009) – Michael Haneke. Mediante una pulcra y elegante fotografía en blanco y negro se hace un retrato demoledor de los efectos de la represión en la educación de los niños. El plano final es antológico.
2. El año pasado en Marienbad (1960) – Alain Resnais. Película de culto que introduce al espectador en un laberinto onírico de salas, pasillos, espejos y personajes extraños. El silencio perturba tanto como la átona y redundante voz en off. (1 de 2).
El resultado es una de las películas más misteriosas, inextricables y fascinantes de la historia del cine. (2 de 2).
3. Hasta que llegó su hora (1968) – Sergio Leone. Desmesurada, maravillosa, hipnótica, apabullante y genial. Leone es el primer posmoderno del cine. En sus westerns hay continuas referencias a los más grandes del género para homenajearlos y al tiempo subvertir su mensaje (1 de 2)
Nadie como John Ford había retratado los grandes espacios de Monument Valley hasta que llegó Leone con esta película. Personajes desgarrados a los que la civilización alcanza y amenaza, que ven como su mundo se acaba mientras ajustan cuentas entre ellos. (2 de 2).
4. El desencanto (1976) – Jaime Chávarri. Una de las joyas ocultas del cine español. Las fronteras entre el cine documental y el de ficción se derrumban ante obras como ésta. Poética, sensible, hermosa y decadente. (1 de 3).
La historia de los Panero avanza entre retazos de nostalgia y despreocupación social y familiar hasta q la irrupción de Leopoldo, el mediano, arrambla con todo y desenmascara las ficciones y las máscaras de una de tantas familias que vivieron cómodamente en el franquismo (2 de 3)
De esta manera, desde lo particular hasta lo general, la película construye un retrato demoledor de la España franquista de clase media (esa que cierto político vasco afirmó que “vivía con enorme placidez”) que desaparecía. (3 de 3).
4. Take shelter (2012) – Jeff Daniels. Apasionante e inquietante película en la que un ciudadano de la América profunda comienza a tener visiones que adelantan el fin del mundo. La historia sirve como excusa para investigar en la psique colectiva del pueblo norteamericano.(1 d 2)
Y en la transformación de EEUU en un país atemorizado por todo tipo de amenazas (imaginarias o no) procedentes del exterior. (2 de 2)
5. Arrebato (1979) – Ivan Zulueta. Impactante, sugestiva, extraña y subversiva. Una película fantástica, testimonio fílmico de amor pasional al cine e historia sugerente sobre el poder destructivo de las drogas. El cine como forma de vida y como obsesión final. Imprescindible.
7. Moonrise Kingdom (2012) – Wes Anderson. Tal vez, su mejor película. Vuelve a usar con inteligencia algunas de las constantes narrativas y visuales más evidentes de su maravilloso universo particular (1 de 3).
Construye, con nuevos matices, esos personajes tan particulares, eso niños con modos de adulto sin por ello dejar de parecer niños, y esos adultos desorientados que terminan aceptando la brújula vital que los niños representan. (2 de 3).
Además, la construcción del relato es más compacta que en otras ocasiones y el drama se cuela con naturalidad en esa visión agridulce del mundo que este director nos ofrece. Fantástica. Extraordinaria. (3 de 3).
8. El último tango en París (1972) – Bernardo Bertolucci. Qué decir de una película de la que se ha dicho ya todo. Volver a destacar la importancia brutal que tiene la interpretación de un Brando en estado de gracia. Es él que eleva la historia hasta cotas inimaginables. (1 de 2)
El misterio que envuelve a su personaje lo hace al espectador tan atractivo como a su amante, y la revelación de la cruda realidad mediocre de su condición hace que entendamos perfectamente la resolución final a la que se ve abocada ella. Indispensable. (2 de 2).
9. Holy motors (2012) – Leos Carax. Una película fascinante y cautivadora. Con multitud de puntos de fuga, posibilita múltiples lecturas mientras asistes a las dolorosas transformaciones de un inmenso Dennis Levant en los diferentes personajes de la historia. (1 de 2).
A través de esos personajes, el director reflexiona sobre la historia y el futuro del cine, sobre el ser humano y el paso del tiempo y sobre los sueños, lo que somos y lo que quisimos alguna vez ser. (2 de 2).
10. Diamond flash (2011) – Carlos Vermut. Rareza ya convertida en película de culto. Extraña deconstrucción del mito de los superhéroes sustentada a través de diferentes y duras historias de corte social mínimamente entrelazadas. Impacta, seduce, sorprende. Merece mucho la pena.
11. La puerta del cielo (1980) – Michael Cimino. Una obra mayor. Muy grande, tan grande y tan desmesurada. La leyenda negativa la persigue, le hace la responsable final de la destrucción del cine de autor americano de los setenta. Por megalómano y consentido. (1 de 2).
Ese cine de los 70 que, con todos sus problemas, fue el último cine para adultos que Hollywood produjo. Hay que verla sin prejuicios, despojada de esa aura de fracaso y malditismo que arrastra. Western crepuscular, moderno, social y maravilloso. Fantástica. (2 de 2).
12. The master (2012) – Paul Thomas Anderson. Compleja, sutil, ambiciosa, profunda y apasionante. Interpretaciones increíbles para la historia de amor y rencor entre dos tarados. Uno, que construye lentamente una secta que gira alrededor de su supuesto carisma. (1 de 2).
Y otro, que trata de encontrarse a sí mismo y dar sentido a su vida desde sus evidentes limitaciones mentales. Philip Seymour Hoffman y Joaquin Phoenix bordan ambos papeles. Genial. No se puede dejar de ver. (2 de 2).
13. Amor (2012) – Michael Haneke. La enfermad y la muerte. El paso del tiempo. El amor, la cotidianeidad. Haneke en estado de gracia. Contiene una de las frases más hermosas que escuché en el cine. La dice la protagonista, ya con evidentes problemas de memoria y movilidad.(1 d 2)
Con parsimonia, ojea un viejo álbum de fotos. Mientras lo hace, sentada junto a su marido, musita: "qué bonita la vida… ¡y qué larga!". Y como espectador, algo se rompe dentro.(2 de 2).
14. Old Boy (2003) – Park Chan Wook. Sorprendente, impactante, retorcida y con secuencias que quedan para siempre en la memoria. Un despiporre visual y argumental. Absolutamente recomendable.
15. Los amantes del Pont Neuf (1991) – Leos Carax. Qué película más bonita. Qué historia de amor tan desesperada, tan miserable y, al mismo tiempo, tan humana, tan sensible. Una auténtica gozada, cine de gran calidad. (1 de 2).
El baile enloquecido y desquiciado de los dos protagonistas en la noche de fin de año es una de esas secuencias que corta la respiración y detiene el tiempo, en la que el cine se hace arte y alcanza una dimensión diferente. Extraordinaria (2 de 2).
16. Después de mayo (2012) – Oliver Assayas. Narración con tintes autobiográficos en la que se cuenta la convulsa juventud militante de algunos jóvenes antisistema en la Francia de los setenta, en plena resaca histórica del mayo del 68. (1 de 2).
Humana y contradictoria, tan realista como amarga, destila un cierto derrotismo imposible de superar ante la necesidad de rechazar ideales para construir los cimientos de una vida personal y profesional. Algo tan lógico y comprensible como, al tiempo, egoísta y miserable (2 de 2)
17. La caza (1965) – Carlos Saura. Un calor que enloquece, el erial, los conejos, la muerte, el pasado tan presente. El sudor, tanto sudor, la rabia hipócrita que consume a los personajes, la envidia, el rencor y el paso del tiempo. (1 de 2).
Una película extraordinaria que sigue viva más allá del paso del tiempo, que se mantiene joven y que transmite a sus espectadores una podredumbre moral que resulta útil para comprender los lodos sobre los que está edificado la España moderna. (2 de 2).
18. El lobo de Wall Street (2013) ­– Martin Scorsese. Su mejor película en años. Frenética y con un Di Caprio volcado. El espectador queda apabullado ante el cinismo de la historia, el desenfreno, el descontrol y la falta de escrúpulos y de raciocionio del mundo financiero(1 d 4)
Como siempre pasa con Scorsese, a pesar de la dudosa moralidad de los personajes y de los delitos q cometen defraudando tanto a ciudadanos individuales como al fisco, el director no puede evitar sentir simpatía por estos hijos de puta individualistas, miserables y egoístas(2 d 4)
Y aunque jode, consigue que a nosotros nos pase lo mismo durante el metraje. Al final, los simples mortales terminamos convertidos en meros espectadores patéticos de las andanzas de "los que se arriesgan" a vivir de otra manera.  Y Scorsese "nos filma". Dos veces. (3 de 4).
La primera vez que nos representa es mostrando al tipo del FBI en el metro, en el "tren de los perdedores". La segunda nos muestra como asistentes imbéciles de la charla motivacional que al final imparte el personaje de Di Caprio. Muchas aristas en esta gran película. (4 de 4)
19. La gran belleza (2012) – Paolo Sorrentino. Una auténtica gozada. Sorrentino, transmutado en un Fellini del siglo XXI, nos traslada con mano firme la decadencia y el vacío que rodean a las élites presuntamente intelectuales de una Roma desconcertante y onírica. Peliculón.
20. Snowpiercer (2013) – Bong Joon-Ho. Inteligente distopía enmascarada tras convencional película de acción. Su carga política pasa desapercibida pq ni creadores y distribuidores se atrevieron a explicitarla mejor ni muchos espectadores quisieron ir más allá de lo literal(1 d 2)
Su violento final, que apuesta por una solución radical al viejo conflicto marxista, redimensiona y da peso a una película que podría haber sido mucho más. (2 de 2)
21. Boyhood (2014) – Richard Linklater. Brillante propuesta de un Linklater obsesionado con mostrar el paso del tiempo en la vida de un niño, desde la infancia hasta la mayoría de edad. Lo hace a través de retazos (rodados con actores q crecían al ritmo de sus personajes) (1 d 3)
Se aleja de los momentos "trascendentes" para centrarse en los supuestamente irrelevantes, en algunos de los muchos que pueblan la vida de todos nosotros. Con ellos nos cuenta el difícil tránsito desde la dependencia emocional infantil hasta la primera lucidez adolescente (2 d 3)
Y desde esa adolescencia, con tantas dudas como potencial, nos lleva a los primeros pasos por una vida adulta que se intuye mucho más gris. De la que ya se nos muestran detalles a través de sus padres; en la que todos sobreviven sin brújula, perdidos. Maravillosa. (3 de 3).
22. Magical girl (2014) – Carlos Vermut. Película de extraordinaria calidad: dura, difícil, delicada por momentos, con unos personajes extremadamente frágiles a través de los que Vermut, de manera sutil, se adentra en las tinieblas del alma humana. (1 de 2).
Un relato coral en el que, de manera inevitable, y por mucho que intenten evitarlo, seres extraordinariamente dañados por la vida solo sobreviven y tienen un respiro cuando hacen daño a otros que están tan jodidos como ellos. Fabulosa. (2 de 2).
23. Dos días y una noche (2014) – Hnos Dardenne. Tal vez la película que mejor ha retratado los devastadores efectos de la crisis en los trabajadores no cualificados. Marion Cotillard, en uno de sus mejores interpretaciones, se transforma en una empleada que (1 de 6)
justo al reincorporarse a su puesto de trabajo, tras una larga baja por depresión, se encuentra con que su empresa obliga a sus empleados a elegir entre mantener su paga extra o despedir a uno de ellos. Tras una primera votación en la que se deciden por su paga (2 de 6)
y por tanto aceptan el despido del personaje interpretado por Cotillard, esta tendrá dos días y una noche para hablar, uno a uno, con sus doce compañeros y así intentar hacerles cambiar de opinión en la votación definitiva. (3 de 6)
La película muestra de manera dolorosa cómo la evolución del capitalismo y la destrucción de los lazos (también sindicales) entre los trabajadores nos arrastra a una soledad alienante en la q, tras el cuento del individualismo competitivo, se esconden una derrota perpetua (4 d 6)
y una pérdida de autoestima que entroncan con la pérdida de identidad y la corrosión del carácter de las que hablara el sociólogo Richard Sennet. El tono final es, a pesar de todo, optimista: (5 de 6)
tal vez, debido a la tormenta que nos devora uno a uno, nos tendremos que dar cuenta de que solo desde el combate político y social (articulado colectivamente) en defensa de nuestros derechos, podremos recuperar nuestras vidas. Imprescindible. (6 de 6)
24. Interstellar (2014) – Christopher Nolan. Ambiciosa, irregular, emocionante, demasiado discursiva en ocasiones. Un McConaughey genial, visualmente espectacular, musicalmente genial. Ciencia ficción con ansias de trascendencia que me llega y me conmueve. A ratos es soberbia.
25. Dos semanas en otra ciudad (1962) – Vincent Minelli. Es tan buena que hace daño. Una de esas películas-testamento con las que el viejo Hollywood se desnudaba y mostraba por fin su alma cínica y corrompida, sabedor de que su tiempo, por fin, ya había pasado. (1 de 7)
Minelli ya había filmado Cautivos del mal, obra maestra que también mostraba las entrañas de Hollywood pero con otro filtro, igual de cínico pero con la potencia de los que se saben en plena forma y pueden aún disfrazar sus miserias tras la satisfacción final del éxito (2 de 7)
Aquí Minelli ha envejecido, empieza a verse fuera del sistema, como sabe q les ocurre a otros grandes como Ford, Lang o Hawks. Y ya no esconde nada: traslada al viejo director, interpretado magistralmente por Edward G. Robinson, todo el dolor d una generación de directores(4 d 7)
que veía cómo se derrumbaba su universo a su alrededor mientras ellos todavía se veían capaces de alumbrar grandes películas (que sabían, por otro lado, que ya casi nadie quería ver). (5 de 7)
También muestra de manera implacable, a través de un maduro Kirk Douglas, la tortura que supone para un actor que las luces de neón empiecen a alumbrar a aquellos que vienen por detrás a sustituirlo, mientras sufre la soledad y la deslealtad de aquellos en los que confió (6 de 7)
El dolor, el dolor de la vieja industria del cine traspasa la pantalla en cada fotograma. Peliculón imponente (7 de 7)
26. Mad Max Road Fury (2015) – George Miller. Brutal. Increíble. Una experiencia adrenalítica, visualmente apabullante. Miller, con 70 años, le da una lección a todos esos directores q confían a los efectos y al montaje epiléptico la construcción de un ritmo desenfrenado (1 de 2)
La nueva película de Mad Max fue uno de los acontecimientos cinematográficos de 2015 y, con seguridad, la mejor película de acción de lo que llevamos de siglo. No se puede dejar de disfrutar de ella ni de su música. (2 de 2)
27. The fake (2013) – Sang-ho Yeon. Tal vez el personaje principal de esta película animada coreana sea uno de los más complejos y ricos de los que he visto en el cine de los últimos años. (1 de 2).
Una película despiadada que aprovecha la animación para sobrepasar los límites habituales de las ficciones cinematográficas. Una historia sobre la fe, la ira, el poder y el control. Fantástica. (2 de 2).
28. Deliverance (1972) – John Boorman. Una reflexión terrible sobre el equivocado y ensoñador romanticismo que envuelve siempre a la idea de la vuelta a la esencia del ser humano, del retorno a la naturaleza, dejando atrás una civilización supuestamente alienante. (1 de 3)
Con unas interpretaciones excepcionales, el espectador siente pronto que algo irá muy mal en ese viaje "artificial" por la salvaje naturaleza. La tensión crece hasta desembocar en una brutal muestra de salvajismo humano que está rodada con una frialdad lacerante. (2 de 3)
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