Hoy tendría que haberse disputado el Gran Premio de Mónaco de Fórmula 1. Las victorias en el principado siempre son muy especiales. Sus calles han sido escenario de actuaciones legendarias. Hoy quiero hablar del GP de 1984, pero de la parte que no se suele contar.
¡Dentro hilo!
¡Dentro hilo!
Cuando alguien piensa en el GP de Mónaco de 1984 piensa en Ayrton Senna. La primera gran gesta del brasileño en Fórmula 1, remontando bajo la lluvia y dando caza a Alain Prost antes de que la carrera se detuviera por las condiciones meteorológicas.
Pero por detrás llegaba Stefan Bellof con un obsoleto Tyrrell atmosférico remontando todavía más rápido. Salió desde la última posición (su compañero Martin Brundle no llegó a clasificarse) y en la primera vuelta entre adelantamientos y esquivar accidentes ya estaba 13º.
Seguían pasando las vueltas y la falta de potencia del Tyrrell se contrarrestaba con las manos de Bellof. Senna estaba remontando y rodaba en séptima posición tras adelantar a Manfred Winkelhock. Stefan por su parte superaba a Laffite y ya estaba entre los 10 primeros.
El ritmo de Bellof era muy competitivo y en la vuelta 16 estaba ya 6º. Niki Lauda trompeó y quedó fuera de carrera, por lo que el alemán pasaba a la quinta posición. Superó a Keke Rosberg después del túnel frenando mucho más tarde que el finés y se lanzó a por Arnoux.
El piloto de Ferrari estaba en superioridad técnica. Bellof salió mejor de Santa Devota pero el Tyrrell no daba para más. Siguió a rueda del francés y pese a que le cerró llegando a Mirabeau, se lanzó por dentro y le superó. Una maniobra quirúrgica.
Bellof era ya tercero y estaba rodando más rápido que Senna y Prost. Cuando la carrera se detuvo, los resultados válidos fueron los de la vuelta 31, con Prost primero, Senna segundo y Bellof tercero. Si la carrera hubiese durado 7 vueltas más, Bellof les habría alcanzado.
Pero al final todo esto son teorías, nunca se sabe lo que podría haber pasado. Unos meses después la FIA encontró ilegalidades técnicas en los dos Tyrrell y fueron descalificados del campeonato, por lo que Bellof perdió la tercera posición del Gran Premio de Mónaco.
Aun así ese día Bellof hizo magia, una magia que ya acostumbraba a hacer en el World Sportscar Championship con el Porsche 956. Era un piloto con un talento descomunal, de los que aparecen una vez cada muchos años.
Martin Brundle dijo una vez: “como pasó con Senna, los grandes pilotos se van pronto”. Bellof consiguió en 1985 puntuar en dos ocasiones, de nuevo con un coche muy inferior al de sus rivales, antes de sufrir un fatal accidente el 1 de septiembre en el circuito de Spa.