HILO MÍSTICO 🧵| La procesión del Cristo de Mayo ha sido suspendida por la pandemia de #COVIDー19. ¿Qué significa que dicho rito no se lleve a cabo? ¿Cuáles son los acontecimientos detrás de este notable y oscuro evento de nuestra historia nacional? Te lo explico a continuación.
El Cristo de Mayo (originalmente llamado El Señor de la Agonía) fue diseñado y tallado en 1613 por el Fray Pedro de Figueroa. Sin embargo, para entender su carga mística y esotérica, es preciso mencionar a su primera propietaria: Catalina de los Rios y Lisperger, La Quintrala.
Este personaje legendario de nuestra colonia, terrateniente y una de las mujeres más acaudeladas del Reino de Chile, famosa por su crueldad y su extraordinario poder, no sólo se hizo con el Cristo, sino que además fue casada por el mismísimo Fray Pedro de Figueroa.
Según relata Benjamín Vicuña Mackenna en “Los Lisperger y la Quintrala” (1877), Catalina habría solicitado el retiro del Cristo de su casa, ya que éste miraba sus crueles actos de tortura y azotes a esclavos con tristeza y desaprobación...
...y la Quintrala “no soportaba a hombres que le pusieran mala cara en su casa”. El Señor de la Agonía estuvo en la calle, a la intemperie, hasta que fue rescatado por los religiosos de la Iglesia de San Agustín, quienes eran los mismísimos vecinos de La Quintrala.
Años más tarde, Catalina regresaría a solicitar el auxilio del Señor de la Agonía, quien supuestamente, la bendijo con la absolución de los cargos por sus delitos cometidos, salvándola de ir a prisión.
El 13 de mayo de 1647 el Señor de la Agonía se transforma en leyenda. Esa fatídica noche, un terremoto estimado en 8,5º sacude el Santiago Colonial hasta convertirlo en una pila de escombros y cadáveres. La ciudad, en ese entonces, no era más que un asentamiento de 4000 personas.
Fue tal la magnitud del evento (cuyo epicentro se localizó en la actual Falla de San Ramón, comuna de La Reina), que un 25% de la población de aquel entonces falleció. Gaspar de Villarroel, Obispo de Santiago y testigo del cataclismo, relataría lo siguiente:
“El hambre y la sed aumentaban la angustia y la ansiedad, pues todos los víveres habían quedado enterrados y las acequias (que transportaban el agua) se habían tapado por los escombros...
Por todos lados se veían cuerpos sin vida, heridos y mutilados, junto a personas escarbando en busca aún de sus seres queridos, con la esperanza de llegar a tiempo. Pero los hallaban hechos monstruos, destrozados, palpitando las entrañas y cabezas divididas”.
Con Santiago desolado tras un terremoto que duró alrededor de 4 credos (15 minutos), los agustinos vieron con asombro cómo, entre tanta destrucción, se mantuvo en pie una de las paredes de su iglesia, y delante de ella, la imagen del Señor de la Agonía, milagrosamente intacto.
Sin embargo, la imagen del Cristo tenía un escalofriante detalle: su corona de espinas se había deslizado desde la cabeza hasta su cuello. Cuando los monjes se percataron de ello e intentaron corregir el accidente, la tierra volvió a temblar.
Fueron alrededor de 60 réplicas en las 24 horas que siguieron al cataclismo. Y la corona de espinas no se movió de su lugar, nunca más.
Los sobrevivientes tuvieron que enfrentarse a un mayo frío, con un invierno crudo y mortal. Las inundaciones por lluvia sólo empeoraron el panorama, el Río Mapocho se desbordó, y hubo una notable falta de suministro de agua y víveres.
A eso, se le sumó la dramática acumulación de cadáveres y el estancamiento de las aguas servidas, lo que dio pie a la propagación de enfermedades, como el tifus y la viruela, que terminaron por matar a gran parte de la población restante.
Tras tanta calamidad y la sensación de “fin de mundo” que invadió a los pobladores de la época, el pánico y el caos llevó a creer que esto era un castigo divino por los muchos pecados cometidos por los santiaguinos.
De alguna manera, el pueblo chileno necesitaba reconciliarse con Dios, por lo que el Obispo Villarroel decide llevar la imagen del Señor de la Agonía en procesión hasta la Plaza de Armas. La estatua, convertida en un símbolo milagroso, pasaría a llamarse “El Cristo de Mayo”.
La reconstrucción toma más de 30 años, por lo que los fieles transforman la procesión del Cristo en tradición, culto y un mito, que se repetiría todos los 13 de mayo, cada año… hasta el presente, con la intención de que una tragedia de tal magnitud no se volviera a repetir.
A casi 400 años de este evento, el poder detrás del Cristo de Mayo, además de su origen junto a la Quintrala, ha llevado a la expansión del rumor que dice que cada año que el Cristo no sale en procesión, un violento terremoto azota al país en los meses siguientes.
Esta oscura coincidencia tiene su sustento en la suspensión de la procesión en dos ocasiones: en 1960, previo al terremoto del 22 de mayo y en el año 2009. Ese año, la razón para suspender el rito fue la amenaza de pandemia de AH1N1, arribada a nuestro país 5 días después.
En febrero del año siguiente, 9 meses después de suspendida la procesión del Cristo de Mayo (también llamado "El Señor de los Temblores") un fuerte terremoto de 8,8º devastaría el centro-sur de Chile.
Hoy, 13 de mayo de 2020, el rito se ha suspendido por tercera vez, debido a una nueva pandemia. ¿Coincidencia o superstición? En los próximos meses lo sabremos. Honestamente, y aunque soy escéptico, espero sea un mito, inquietante y fascinante, pero mito, porque sino #cagamos.
Dato anecdótico: La Quintrala falleció en 1665 (61 años), como una fiel devota del Cristo de Mayo. Sus aportes a la iglesia de San Agustín le permitieron ser sepultada dentro del mismo templo donde está el Cristo, pero hasta hoy se desconoce la ubicación exacta de la tumba.
Terminada la pandemia por #COVID19, pueden visitar el Cristo de Mayo en la Iglesia de San Agustín (o Convento Nuestra Señora de Gracia), ubicada en la intersección de calle Agustinas con Ramón Nieto (#170), comuna de Santiago. Cierro hilo.
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