Miércoles Santo del Hermano Rafael. 13/04/38

Queridisimo Jesús, Dios mío. Veo Señor que no hago nada en tu servicio. Todo son buenas palabras pero las obras no aparecen.
Hoy, Señor, durante la Misa, veía mi gran inutilidad y consideraba como siempre tus grandes beneficios...

Tu inmensa piedad para conmigo que me permitía asistir al Santo sacrificio, un día y otro, y yo como un bobo...
Siempre estoy empezando, y nunca veo que haga nada. Sigo una vida regalada y cómoda. En parte x que no me dejan los superiores, y en parte (lo más) porque no me decido

y la austeridad me asusta; resulta que ni soy seglar xq vivo en religión, ni soy religioso xq vivo como un seglar...
Qué soy, pues, Dios mío? No lo sé, y a veces cuando en esto pienso, me preocupa el que de una manera u otra, no me ocupo lo que debo en mortificarme, en renunciar

a mi mismo, en vivir más para Ti que para los demás o para mí.

Busco muchas comodidades, estoy aún muy apegado a mis gustos y opiniones...
Me veo muchas veces como aquel Rafael del siglo, presumido, vanidoso, criticón, cuya única vida era la mesa, el vestido y el vicio...

Señor mío, que ahora no hago nada malo, pero tampoco nada bueno... Mi vida es la de un bobo en el monasterio. Ni sirvo a Dios corporalmente ni espiritualmente. Todo se reduce a decir: qué bueno es Jesús, cuanto le quiero, cómo me quiere él a mí, y caerseme la baba, como se dice.

Es tanto lo que te debo, Señor!
Ni hago bien la oración, ni la meditación, ni la lectura. Apenas trabajo... No hago más que comer y dormir como un animalito. Y así no puedo seguir... No debo seguir. Más ¿que he de hacer? Inútil y enfermo...Pobre hermano Rafael! Bástete purificar

la intención en todo momento, y en todo momento amar a Dios; haz todo por amor y con amor... El hecho en sí no es nada, ni vale nada. Lo que vale es la manera de hacerlo... ¿Cuando comprenderás que la virtud no está en comer cebolla, sino en comer cebolla por amor a Dios?

¿Cuando comprenderás que la santidad no está en hacer actos externos, sino en la intención interna de un acto cualquiera?
Si lo sabes ¿por qué no lo practicas?

Ya lo hago, Señor, pero lo hago mal. No tengo humildad y quisiera hacer lo que es mi capricho, buscar hacer mi voluntad aún en la penitencia...

Dios mío, Dios mío, ayudame a cumplir humildemente tu voluntad, a servirte, amando mi propia flaqueza e inutilidad... Señor, Señor

mira mi intención y purificada Tú...

¿Que podré hacer yo sin Ti? Aunque me degüelle vivo a fuerza de penitencia, ¿que vale si Tu no lo quieres y yo pongo vanidad y gusto propio en ello?

Sea, Señor, lo que Tú quieras de mí, pero mira Jesús mío, no permitas que el demonio

me engañe. Muestrame lo que quieres, para que yo lo haga, y dame espíritu humilde para verlo y cumplirlo. No permitas, Jesús mío, que rechace tus divinas insinuaciones...

¡Dame fuerzas, Virgen María!