A este hilo lo llamaré “El cemento no se come.” Todos conocemos la historia de la gran epidemia de fiebre amarilla 1871 que mató al 10% de la población de Buenos Aires. Se cree que la trajeron los soldados que regresaron de la Guerra del Paraguay porque el primer brote se dio
en Corrientes. Además de la fiebre amarilla, la ciudad fue castigada en más de una oportunidad por brotes de cólera y tifus, ocasionando miles de muertes. Las causas provenían de la insuficiente provisión de agua potable y la contaminación por los desechos humanos. Entonces
una generación de estadistas entendió que la salud y la higiene pública también eran parte del progreso del país. El Estado contaba con escasos recursos como hoy día. La solución vino de la iniciativa privada y del crédito abundante de la Plaza de Londres. Según Ferns, en 1889
El 50% de la inversión británica se dirigió a la Argentina. Las grandes obras de la consolidación del Estado argentino se pusieron en marcha, entre ellas, cloacas y distribución de agua potable. En 1888, con la concesión a la “Buenos Ayres Water Supply & Drainage Co.” se constru-
yó el colosal e imponente edificio público de la Av. Córdoba en linea con lo que dijo Roca en su discurso al abrir las sesiones de 1881:”...edificios dignos de la nación y representantes de su soberanía.” El Gran Deposito pasó a manos del Estado años más tarde por la crisis
Internacional de 1890. Fueron tan numerosos los créditos para construir la Nación de 0 que el default del estado argentino por muy poco no se cargó con la Casa Baring Brothers a la cual debieron prestarle auxilio el Banco de Inglaterra y Lord Rotschild. Pero esa es otra historia.
La escasez de recursos no fue un obstáculo a la generación que formó la Nación. El crédito, cuando utilizado para las grandes obras de infraestructura, da sus frutos tarde o temprano. La inversión en higiene pública cambió la vida y la salud de los habitantes de Buenos Aires.
Hoy, el coronavirus desnuda el abandono a la salud y la higiene pública de muchas décadas. El robo, el despilfarro de recursos públicos, el pan gratis y el circo del futbol para todos mientras millones de habitantes vuelven a estar desamparados como en el siglo XIX.
“El cemento no se come” pero te salva la vida.
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