Bueno, ya, mucha risa y todo con el tema de La Divaza y su escándalo en La Saga. Pero ahora sí, hablemos de lo verdaderamente importante y de por qué a todos como comunidad LGBT debería importarnos esta situación. Abro hilo

Una encuesta de 2006 publicada por la AFP reveló que el 33% de los mexicanos siente aversión por los homosexuales, un 40% no quiere políticos destacados LGBT y un 32% no quiere vecinos homosexuales. Estamos hablando de un tercio de la población del país.
Resultados de una encuesta de CONAPRED en el 2010 arrojaron que una de cada dos personas homosexuales o bisexuales considera que el principal problema al que se enfrenta es la discriminación, seguida de la falta de aceptación, las críticas y burlas.
Vivimos en un país machista y homofóbico, y los medios de comunicación han contribuido a que se reproduzcan estereotipos de género en el imaginario colectivo, normalizando la aversión por la comunidad LGBT al asociarla con personajes como...
...los meseros de La Hora Pico, Pablo Cheng (¡oh, cielos!), Luigi Lombardi (La Fea más Bella), Maciel (Óscar Burgos), Loreto (Rubí), entre tantos otros.
Hasta antes de 2010, las narrativas LGBT en la TV mexicana, que hasta ese momento lideraba el entretenimiento en el país, eran una caricatura del “joto chistoso”, ese que trabaja en una estética, es chismoso y escandaloso, eterno blanco de burlas y chistes, y sin derecho a amar.
Ese joto que entretiene, que acompaña a los demás para hacerlos reír, pero que no se le ocurra demandar derechos o vivirse como persona porque estaba yendo más allá de lo permitido. Su lugar estaba en ser el payaso del programa. El chiste.
Con la expansión del acceso a internet en México llegó la desmonopolización del entretenimiento, lo que permitió el acceso a narrativas extranjeras que contaban historias LGBT más apegadas a la realidad.
El cambio ha sido lento, pero ahora la televisión mexicana se ha visto obligada a cambiar sus paradigmas en cuanto a género y diversidad sexual. Hoy en día, historias LGBT pueden contarse en horario estelar, transformando la mentalidad del público y de las nuevas generaciones.
Y no es una acción desinteresada de las televisoras, no es parte de ningún activismo o fundación. Hay mucho dinero que se mueve de por medio, pues se han dado cuenta que el mercado rosa es altamente consumista.
La prueba clara está con el fenómeno que resultó Aristemo, una historia secundaria que terminó robando protagonismo y hasta serie y gira sacó. Todo es dinero, Televisa no nos está haciendo un favor, nos está vendiendo productos que sabe que consumiremos.
El problema aquí no es la oferta que nos hacen ni las televisoras, ni el cine, ni los canales de YouTube; el problema grande que tenemos es nuestra cultura de consumo. Tenemos grandes intelectuales y activistas LGBT que deberían ser la cara de la comunidad en los medios,...
...pero como público no les estamos dando esa posibilidad, pues seguimos buscando el producto fácil de digerir. Nos sigue moviendo más el cotilleo y la jotería que el lado académico y social de nuestro movimiento. Y al final, los medios buscarán quienes les generen más ingresos.
Y no está mal, nadie ha dicho que esté mal divertirse y relajarse un rato. Seguir a influencers LGBT y consumir su material no es el problema, ni siquiera ellos mismos son el problema, ellos están haciendo su parte y lo están haciendo bien.
El problema es que nosotros, el público, somos los que le damos más vistas y likes a ellos. Y cuando estos influencers se presentan en un programa para todo público como lo es La Saga, es cuando se viene abajo toda la evolución en las narrativas que tanto nos ha costado.
El segmento donde participó la Divaza y demás influencers LGBT tuvo 103,000 vistas en YouTube, de las cuales la mayoría no pertenecían a la comunidad LGBT.
Más de 80,000 personas no-LGBT que ni siquiera conocían a los que participaron anoche, se llevaron la impresión, una vez más, de que “los jotos somos unos liosos, escandalosos que no nos sabemos comportar y que nos metemos el pie entre nosotros mismos”.
¿Esto qué significa? Que como comunidad estamos consumiendo y perpetuando estereotipos que en los 90s y 2000s afectaron la percepción que la sociedad tenía de nosotros.
Estamos tirando por la borda el progreso que hemos hecho y estamos permitiendo que la sociedad no-LGBT nos vea como la caricatura que tanta aberración nos provoca.
El problema aquí es grave, pues no se limita a los seguidores de la Divaza en su canal. Estamos negándole un micrófono amplio a intelectuales y pensadores porque estamos entregándole el foco a personas que perpetúan los estereotipos que nos ha costado tanto quitarnos.
Ahora, le reconozco el trabajo de activismo a Pepe y Teo y a Escándala. Son medios que hacen su labor y que gracias al número de seguidores que tienen están dando visibilidad a la comunidad LGBT en radio, televisión e internet, sea esta la más apropiada o no.
El problema NO son ellos, el problema somos nosotros, que nos está faltando consumir y demandar más contenidos que expongan realidades en medios.
En la medida que nosotros cambiemos nuestra cultura de consumo, que demandemos más contenidos serios, culturales, intelectuales e informativos, en esa medida será como podremos dar una visión REAL de la diversidad a la que pertenecemos.
No está mal entretenerse, lo que está mal es permitir que los estereotipos de género continúen avanzando en el imaginario colectivo.
Es responsabilidad de quien tiene el foco de comportarse a la altura de lo que representa, pero es responsabilidad de nosotros los consumidores de elegir a quién le damos ese foco.
Cierro hilo.
Cierro hilo.