El otro día os prometí que os explicaría el misterio que se esconde tras esta lápida en la que reposan dos soldados del Imperio Austrohúngaro que lucharon y murieron en la I Guerra Mundial… y que fueron enterrados juntos. Hilo va.
En el punto más alto de Sighisoara (Rumanía) se alza la Iglesia de la Colina. A ella se llega por unas empinadas escaleras cubiertas, una de las atracciones del lugar que podéis ver aquí en una foto que tomé.
En esta maqueta de la ciudad se aprecia mejor el túnel de madera que da acceso al templo y al pequeño edificio anexo, una escuela de secundaria que aún hoy funciona como tal (y que será importante en la historia).
Al lado de la iglesia hay un cementerio alemán (esta zona de Transilvania fue repoblada por alemanes desde el S.XII y sus descendientes fueron enterrados allí). Y es en ese lugar donde encuentro el memorial de las víctimas de la I Guerra Mundial.
No son más que 30 tumbas dispuestas de manera simétrica. Una tumba para cada soldado, como esta, que llama mi atención por el bello nombre del mosquetero fallecido.
Pero una de las tumbas es distinta. En ella hay dos cuerpos: los de Emil Muler y Xaver Sumer. Aquí la podéis ver con detalle.
Cuando veo la lápida, lo primero que hago es pensar mal (como todas vosotras), así que me dirijo de vuelta a la iglesia en busca de más información.
El único ser vivo cercano es la señora que vende las entradas del templo (8 LEI rumanos/1,72 euros). No habla casi inglés, pero entiende a qué me refiero cuando le enseño las fotos de mi móvil.
Se ve que no soy el primero al que ha llamado la atención la tumba doble. Le pregunto por qué fueron enterados juntos y ella se encoje de hombros y se limita a decir “prieteni”.
“Prieteni” significa “amigos”.
¿Qué clase de amigos?, pregunta la marica romántica que hay en mí. Pero la señora no está por la labor. Coge un mapa y señala un punto concreto: la famosa Torre del Reloj del centro de la ciudad.
Está claro que si quiero más respuestas tengo que dirigirme allí. Y enseguida entiendo por qué. La Torre medieval no es solo el principal atractivo turístico del lugar. También alberga el museo de historia de la ciudad.
A medida que asciendo por laberíntico entramado de escaleras de la torre, me voy encontrando con salas dedicadas a diferentes períodos históricos. Una de ellas está dedicada a la I Guerra Mundial.
En esa sala encuentro armas originales de la contienda, mapas del frente oriental y fotos de personajes de la época.
Destacan las de los Muler, una adinerada familia de origen alemán que se instaló en Sighisoara proveniente de Sibiu a finales del S.XIX. Los señores Muler tuvieron dos hijos: Adolf y Emil.
¡EMIL MULER, maricón!
Los Muler se enriquecieron con la siderurgia e impulsaron la reconversión industrial de la zona. De ahí que existan tantas fotos de su familia. Pero a mí me interesaba solo Emil, que ya de pequeño parecía olerse que su vida iba a ser muy chunga.
Lo único que averiguo de él es que fue a la escuela de la colina con su hermano mayor. Aquí salen los dos con un amigo. Emil es el de la derecha.
Lo primero que compruebo es el nombre del "amigo", pero parece ser un tal Hermann nosequé, que no pinta nada en esta historia. Thank you, next.
Lo que sí llama mi atención es que no deja de ser escalofriante que la escuela de Emil estuviera a pocos metros del cementerio donde sus restos reposarían para siempre. ¿Quién se lo podía imaginar?
De hecho, ¿quién se podía imaginar que en verano de 1914 estallaría la peor guerra imanigable? A las pocas semanas, padre e hijos fueron llamados a filas.
A Emil no se le ve muy feliz. Tuvo que interrumpir sus estudios en la Universidad de Múnich a la que había sido enviado. Y claro, a nadie le gusta que se le acabe el Erasmus porque los Imperios europeos han decidido aniquilarse entre sí.
¿Y qué le pasó en la guerra? No lo sabemos. Lo único que dice la ficha de su foto es que fue herido en 1915 y trasladado al hospital militar de Sighisoara, donde murió unos meses después.
Y nada más. En la sala no encuentro más información de Emil Muler. Y lo peor: tampoco de su amigo Xaver Sumer. De él no hay ni rastro.
Las preguntas sin respuesta se acumulan. ¿Quién era Xaver Sumer? ¿Se conocieron en la guerra o a su vuelta? ¿Por qué Emil no descansa con su familia en el mismo cementerio? ¿Por qué están enterrados juntos si no murieron a la vez?
Salgo del museo temiendo que nunca averiguaré la verdad de lo ocurrido, pero algo inesperado ocurre. Algo que arrojará luz sobre toda esta historia… pero eso mejor ya os lo cuento mañana, que me caigo de sueño.
Por fin tengo algo de tiempo y puedo retomar el hilo sobre el misterio que esconde la tumba de Emil Muler y Xaver Sumer, enterrados juntos en el cementerio alemán de Sighisoara (Rumanía) durante la I Guerra Mundial. Perdonad el retraso.
Previously on #EmilyXaver: tras descubir que esa era la única tumba con dos cuerpos, me dirijo al Museo de la Ciudad, donde encuentro alguna información sobre la familia de Emil Muler, sus estudios en el instituto de la ciudad y su muerte en la Gran Guerra.
Recorro todas las salas de la Torre del Reloj en la que se encuentra el museo buscando algo más. Mucha vitrina, mucha vasija y mucho cartelito, pero ningún rastro del compañero de tumba de Emil.
Me encuentro en un callejón sin salida y con la cabeza llena de preguntas. ¿Quién era Xaver y qué conexión tenía con Emil? ¿Por qué Emil no descansa con su familia, que tiene un panteón en el mismo cementerio? ¿Por qué descansan juntos si sus muertes están separadas por un año?
Afortunadamente, la casualidad tenía que cruzarse en mi camino para abrirme la puerta que me llevaría a desvelar todas estas incógnitas.
Mi última oportunidad es el señor que vende las entradas del museo. Cuando empiezo a hablar con él, se me abre el cielo: ¡habla un inglés perfecto! Le enseño la foto de la tumba y lo que he descubierto sobre Emil.
El señor no tiene ni idea de qué le estoy hablando. Me dice que él trabaja allí pero que en realidad es ingeniero aeronáutico, lo que me parece fascinante. Charlamos un rato y no tarda en preguntarme de dónde soy.
“De Barcelona, pero vivo en Madrid”, respondo. Y él sonríe: “you’re Catalan”. Yo le digo que sí, claro, y él me recomienda que visite el Restaurante Bastión. Resulta que el edificio en el que está fue conocido durante mucho tiempo como “la casa del catalán”.
La coincidencia me hace gracia y además ya es hora de comer, así que me dirijo hacia el Bastión de los Carniceros. No tardo en encontrar el restaurante justo al lado (de ahí su nombre).
Como viene siendo habitual desde que puse los pies en Rumanía, pido demasiada comida. Pruebo una sopa de remolacha, un goulash transilvano que casi me hace perder el sentido (foto), postre, vino y café.
Os preguntaréis por qué os estoy contando todo esto y qué coño tiene que ver con #EmilyXaver. Ahora lo entenderéis.
Tras pedir la cuenta (todo por 6 euros, maricón), hablo con el camarero sobre el motivo que me ha llevado al restaurante. Me cuenta que efectivamente allí solía vivir una familia que, al parecer, tenía origen catalán.
No sabe decirme nada más. Cuando sus padres compraron la casa, ya en los años 90, el edificio estaba casi en ruinas, aunque conservaba algunos objetos de los antiguos propietarios.
Entre ellos, algunos muebles, enseres de cocina y cuadros y tapices que están repartidos por las dos plantas del edificio. Me pregunta si quiero verlos y me lleva al piso de arriba.
En la escalera y la sala superior hay algunos cuadros. La mayoría son óleos sin firmar. Estampas amateurs de Sighisoara pintadas por autores anónimos. Uno de ellos llama poderosamente mi atención.
Es una calle cualquiera de Sighisoara, con la torre del reloj al fondo, algo lúgubre, con un arbol medio muerto. Examino sus detalles y de repente, se me para el corazón.
En la esquina inferior izquierda, el pintor ha firmado con su nombre. Primero pienso que me engañan los ojos, pero ahí dice claramente “X. Sunyer”.
Y de repente la tumba de #EmilyXaver vuelve a mi mente. Y visualizo el nombre de Xaver. Sumer. Sumer con un palito encima, algo que ya me pareció raro la primera vez que lo vi.
Y me pregunto si esa M originalmente era una N. ¿Y si Sumer era en realidad Suñer? ¿Y si Xaver Sumer era una germanización de un nombre catalán como Xavier Sunyer? ¿Era posible o se me estaba yendo la olla pero bien?
No tardo en salir de dudas. Bajo el cuadro está toda la información que necesito. El nombre del autor... y el título de su obra.
Emil’s room. La habitación de Emil. La casa que Xaver Sumer pintó era el hogar de Emil Muler. Y en el centro del lienzo, su ventana. Una ventana que significó tantas cosas, que tuvo que inmortalizarla en un lienzo.
No puedo evitar emocionarme. Ese cuadro es la prueba de que #EmilyXaver se conocieron antes de la guerra. Xaver lo pintó es de 1913, cuando Emil ya se había ido a la universidad de Múnich.
Estaba claro que si quería más respuestas tenía que buscar esa casa. Y por mis huevos que iba a encontrarla.
¡Buenas tardes! Aprovecho el domingo para retomar el hilo sobre #EmilyXaver, ya que empezáis a ser muchos los que estáis deseando conocer el desenlace de la historia. ¡Allá vamos!
Nos habíamos quedado ante este cuadro pintado por Xaver Sumer (¿o Xavier Sunyer?) en 1913 titulado “La habitación de Emil”. Mi objetivo inmediato era encontrar esa casa.
Le pregunto al camarero si reconoce la calle. El chico examina el cuadro un buen rato y acaba diciendo algo muy útil: “podría ser cualquiera”. ¿En serio?
Para que os hagáis una idea, aquí tenéis un mapa del centro de Sighisoara (¡gracias, Google Maps!). He marcado en negro los lugares que ya conocemos.
Lo único que está claro es que la casa está dentro de la ciudadela medieval de Sighisoara a juzgar por la proximidad de la Torre del Reloj que se ve al fondo.
La torre es de planta rectangular y en el cuadro se ve una de las dos fachadas anchas. Por consiguiente deduzco que la casa tiene que estar al norte o al sur de la misma, más o menos en estas áreas.
Os tengo que confesar que en ese momento mi esperanza de encontrar la casa es CERO. La ciudadela no es grande, pero habrá cambiado mucho en un siglo. ¿Seré capaz de reconocerla si la veo?
Además está empezando a atardecer y en unas horas tengo que pillar el bus de vuelta a Târgu Mures (os recuerdo que lo de Sighisoara era una escapada de un día, ¡que yo he venido a Rumanía a currar!).
Recorro todo el area norte sin éxito. Mucha calle mona, pero ninguna sola, casas de colores, lo pasaré bien (ay no, que esto es de Mecano, me lío).
Empiezo a desesperarme. Y entonces me asalta una idea terrible. ¿Y si la casa ni siquiera existe? La mitad de la ciudad estuvo medio en ruinas durante décadas. ¿Qué posibilidades reales hay de que el hogar de Emil Muler se mantenga en pie?
Con esa duda en la cabeza opto por rastrear la parte sur. Me pilla de camino a la estación de autobuses y si no la encuentro, me voy de Sighisoara con el misterio por resolver.
Y nada, amigas. Ni rastro de la puta casa.
Por el camino voy preguntando a la gente. Me miran como un bicho raro. Eso cuando me entienden. Uno de ellos cree que le quiero vender el móvil. Claro, cariño, ahora mismo te hago un precio.
Finalmente, ya dándolo todo por perdido, bajo hasta la Plaza Hermann Oberth por unas escaleras y le pregunto a un chaval que sirve mesas en una terraza. ¿Reconoces esta calle? Él mira la foto, me mira a mí, mira detrás de mí y señala con el dedo. “Allí.”
Me giro, y efectivamente, ¡allí está! ¡Había pasado por delante y ni siquiera me había dado cuenta! (Los que me conocéis sabréis que eso no es NADA RARO en mí, como para ir de Carmen Sandiego por la vida, sabes?).
Os pongo el cuadro y la foto juntos para que comprobéis que sí, ¡esa es la casa de Emil! ¡Aún existe!
También os pongo su punto exacto en el mapa, por si algún día queréis visitarla.
Las piernas me tiemblan a medida que me acerco al portal. ¿Estará habitada la casa? ¿Vivirá alguien de la familia aún allí? Y de ser así, ¿podrá alguien contarme por fin qué relación tenían #EmilyXaver?
Me planto delante de un gran portón de madera. En él, una gran placa reza TASCHLER HAUS BOUTIQUE HOTEL. Un hotel no es buena noticia... pero al menos el edificio no está abandonado... Por cierto, aquí podéis visitar su web: http://taschlerhaus.com 
La puerta está cerrada. Llamo al timbre y espero un buen rato hasta que la puerta se abre. Una mujer de unos 50 años asoma la cabeza y me hace pasar. “¿Quiere una habitación?”, me pregunta.
“No, quiero respuestas. Y quizás usted es la única que puede dármelas.”
OK, vale, os confieso que no le dije eso, pero me ha parecido una frase estupenda para un cliffhanger. ¿O no?
(Espero poder seguir mañana, pero tengo mucho curro y quizás la cosa se retrasa, pero no desesperéis: el desenlace está muy cerca...)
#EmilyXaver
Cuando le digo que no estoy buscando alojamiento, la señora del hotel me mira con desconfianza. En ese momento me doy cuenta de que no puedo contar la verdad. ¿Qué le digo? ¿Qué soy un romántico empedernido que se ha obsesionado con dos muertos de hace un siglo?
Decido adoptar mi personalidad de Carmen Sandiego: “Estoy haciendo un trabajo de investigación sobre la I Guerra Mundial en la zona.” Hala, y si cuela, cuela. “Me han dicho que aquí solía vivir la familia Muler, ¿es así?”.
La mujer me dice que sí. Que el edificio ha pertenecido a su familia desde hace generaciones. WAIT. ¿Su familia? ¿Me está diciendo que ella es descendiente de los Muler?
Pues sí, amigas. La señora se llama Dorothea Taschler, hija de Helmut Taschler y Maria Muler, que a su vez fue hija de Adolf Muler, el hermano mayor de Emil en esta foto que recordaréis.
En ese momento le cuento lo de la tumba intentando que no me tiemble la voz. Se supone que soy una investigadora fría como el hielo, no te salgas de personaje, Guillem. Y ella asiente con la cabeza: “sí, los enterraron juntos, pero no sé por qué.”
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