Feder afirmaba que el capitalismo era una costumbre judía. Los nacionalsocialistas identificaron el capitalismo con el pueblo hebreo. El hecho de asemejar a una comunidad con una ideología no es algo nuevo a lo largo de la historia,
el jurista bávaro, Max Weber, consideraba que el capitalismo era un invento de los calvinistas y, en la actualidad, es algo habitual identificar el capitalismo con el pueblo estadounidense.
Obviamente, no se nos puede escapar el hecho de que ni todos los judíos son capitalistas, ni que todos los capitalistas sean judíos. Los nacionalsocialistas opinaban que era evidente que era así,
pero ellos consideraban que los capitalistas judíos necesitaban de su pueblo para expandirse económicamente, puesto que, la propia comunidad hebrea funcionaba como una empresa multinacional. Por ejemplo, en la película "Los Rothschild" de 1940, se refleja esta idea cuando
en Gran Bretaña, durante las guerras napoleónicas existía una gran dificultad para abastecer al ejército británico en España, debido al control que ejercían las tropas francesas dentro del territorio europeo, no obstante,
la comunidad semita de Londres no estaba en conflicto con la comunidad judía de París, ni con la de Nápoles, ni la del norte de Africa, etc…, y, por tanto, era mucho más factible y efectiva su colaboración para el suministro de las tropas inglesas en la península Ibérica.
También es cierto que no todos los capitalistas son judíos, pero influidos por la teoría de la política de concentración capitalista, los nacionalsocialistas alemanes pensaban que el capitalismo hebreo sometería, en breve, al resto de capitalistas internacionales
al estar mucho mejor organizado. Los nacionalsocialistas consideraban evidente que la principal bolsa de valores del mundo, “Wall Street”, en Nueva York, estaba totalmente controlada por familias judías (Rothschild, Warburg, Goldschmidt, etc...).
La prueba de esta primacía capitalista hebrea la contemplaban, los nacionalsocialistas, en el libro antisemita, “Los Protocolos de los Sabios de Sión”, publicado en Rusia por primera vez en 1905 por el escritor místico, Sergio Nilus.
El texto pretende ser la transcripción de unas supuestas reuniones de los “Sabios de Sion”, en la que se detallan los planes de una conspiración judía, que consistía en el control de la masonería y de los movimientos comunistas, en todas las naciones de la Tierra
y tendría como fin último hacerse con el poder mundial. Estas reuniones se habrían llevado a cabo en 1897, durante el Congreso Sionista de Basilea y estos textos pretenden ser las actas levantadas en dichas reuniones, sin embargo, no existen evidencias que lo demuestren.
El ministro de Propaganda, José Goebbels, en sus diarios, reflexiona sobre la utilidad del libro, “Los Protocolos de los Sabios de Sión”, como vehículo de propaganda antisemita y afirma que Adolfo Hitler estaba convencido de su autenticidad.
Godofredo Feder sostenía que los judíos debían ser considerados dentro del pueblo alemán como extranjeros, tal como, según Feder, ellos mismos se consideraban y, por lo tanto, debían estar sometidos a la ley germana para extranjeros.
No obstante, esto no significaba, para Feder, ningún pogromo contra ellos, sino que los judíos tenían la misma posición dentro del Estado nacional que los ingleses, franceses, italianos o japoneses que vivían en Alemania.
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